Jesús García AízLa Mirada de la Fe

FRACTURAS EN EDUCACIÓN, INVESTIGACIÓN Y ARTE

El ámbito de la enseñanza está dominado por la mentalidad moderna y posmoderna que hemos caracterizado anteriormente en anteriores artículos. A nuestros niños y jóvenes se les enseña desde la infancia a establecer no ya una diferencia, lo que sería perfectamente comprensible y aceptable para el cristiano, sino una total oposición entre fe y cultura como dos términos antagónicos que no pueden reconciliarse.

Aunque no siempre de un modo directo, muchos profesores, educados en la más estricta ideología moderna y posmoderna, fomentan un claro rechazo de los valores y pensamientos católicos vigentes en nuestra sociedad. Pretenden educar a los niños y jóvenes en la más exquisita tolerancia, pero practican una radical intolerancia contra todo lo referente al cristianismo. La base ideológica de tal práctica se fundamenta en una visión manipulada de la historia de la Iglesia en occidente y en el mundo, según la cual la fe cristiana y católica es la causa de todos los males y atentados contra la razón y la libertad que han ocurrido en Europa, en América y en otras partes del mundo.

Los valores humanos son enseñados como opciones puramente subjetivas sin relación alguna con la verdad o falsedad de los planteamientos éticos o morales. No hay una auténtica educación moral, porque ésta se considera contraria al valor absoluto de la libertad individual.

Entre las múltiples consecuencias de estas actitudes, habría que destacar la (cada vez más) repulsa contra la presencia de la asignatura de «Religión y Moral Católicas» en la escuela y en los institutos y el rechazo universitario de las ciencias teológicas. Por ello, la intolerancia contra lo religioso y lo cristiano está fomentando su total desconocimiento y el avance de la ignorancia en materia religiosa y teológica.

Así, las relaciones con lo religioso y lo cristiano están casi totalmente ausentes de los ámbitos de creación científica y artística. Y es que en muchas ocasiones se sigue planteando la investigación científica como una práctica reñida con la apertura a Dios y al Evangelio. Ahora bien, este planteamiento no proviene de la misma ciencia, sino de la mentalidad ideológica cientifista que la acompaña, que no tiene en cuenta que la fe pertenece a otro orden de conocimiento perfectamente legítimo, con el que es viable un diálogo fecundo.

Y en el campo de la creación artística, con excepción de los encargos realizados por las iglesias y otras asociaciones cristianas, las relaciones con los asuntos y temáticas religiosas son muy escasas y poco significativas. El arte parece haberse separado de su fuente de inspiración que era el contacto con lo invisible, y, por otra parte, el cristiano parece haber abandonado la necesidad de expresar adecuadamente la belleza de su fe.

En definitiva, ante este panorama descrito, mucho nos jugamos tras examinar las fracturas existentes en educación, investigación y artes.

Jesús García Aiz

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