La Mirada de la FeManuel Antonio Menchón

DEVOCIóN INMACULADA A LA INMACULADA

Manuel Antonio Menchón
Vicario Episcopal

La devoción a la Virgen María está enraizada en los corazones de las gentes de  nuestras  ciudades y pueblos. Hoy, que tan en boga está  hablar de la memoria histórica, debemos ser suficientemente lúcidos para no caer en el negligencia o en la intencionalidad de postergar las páginas de las  tradiciones de nuestros pueblos, que coleccionan  siglos de devoción a la Virgen, venerada generación tras generación en ermitas, capillas, santuarios, basílicas.

Nuestra Diócesis está sembrada de santuarios marianos de Norte a Mediodía y de Levante a Poniente : Ermita de Santa María de la Cabeza de María, Santuario de Ntra. Sra. de los Desamparados del Saliente, Ermita de Santa María de la Cabeza de Antas, Ermita de Ntra, Sra,. de Monteagud de Benizalón, Santuario de la Virgen de Mar en Almería, Ermita de la Virgen de Gádor en Berja…. Todo un hilera de devociones marianas; toda una exaltación de alabanzas y todo un rosario de súplicas a la Madre buena.

De nuestros antepasados hemos heredado las ermitas y santuarios marianos y las tradiciones ligadas a las celebraciones en honor a la Virgen. Ahora nos toca a nosotros ser pespunte de ese tejido histórico que cubra y guarde, como bajo un palio, este tesoro de la buena sombra protectora de la Madre. ¡Eso si que es una forma estupenda de hacerle un nuevo palio o manto a la Virgen!.

Pero a la par que hay que mantener esa memoria histórica imborrable, no podemos dejar que esta hermosa devoción caiga en las garras del folklorismo y mucho menos considerarlo simplemente como muestra de interés cultural. Aunque sea una virtuosa tradición patrimonial aderezada de romerías, cantos y rezos…, lo más importante  es que forma parte  de la raíz de la fe de nuestros pueblos.

Hoy se da una tendencia a recuperar tradiciones de la vida social, intentando excluir las tradiciones cristianas o disfrazándolas de ritos meramente culturales, desdeñando así lo que puedan tener estos actos en honor a la Virgen de  expresión de la fe de un pueblo.

Pero la verdadera piedad mariana nos ha de contagiar, a los cristianos, de un determinado estilo de percibir y discernir el mundo y su historia, de vivir los gozos y la esperanzas, las lágrimas y angustias de los hombres de nuestros días, sobre todo de los pobres y de toda clase de afligidos, como nuestros propios gozos y esperanzas, lágrimas y angustias; una condición particular y satisfactoria de cooperar en la sudorosa, pero sugestiva, tarea de hacer de este mundo un cielo anticipado, un reinado de Dios; un talante festivo y gozoso de exteriorizar y celebrar la fe.

Lo que no podemos ni debemos olvidar los cristianos es que en nuestra piedad mariana, expresada con toda una riqueza de admiraciones, la Virgen es y seguirá
siendo siempre una creatura de Dios, una mujer de carne y hueso como nosotros. Esto que parece una perogullada, sin embargo no está muy claro en parte del pueblo de Dios, que ha visto en María el lado femenino de Dios, algo asi como el rostro amable de una diosa, frente al aspecto severo de Dios.

En algunas supuestas  apariciones de la Virgen se manifestaba a ésta como obstaculizando el brazo del Señor, que quería castigar a los hombres, con lo cual los fervorosos de esta imagen, en  lugar de buscar protección en Dios, reclaman a María amparo contra Dios.

Ya el Papa Pablo VI, advirtió que “algunos sostienen, con ingenua mentalidad, que la Virgen es más misericordiosa que el Señor; con juicio infantil se llega a sostener que el Señor es más severo que la Ley y necesitamos recurrir a la Virgen ya que, de otro modo, el Señor nos castigaría. Cierto: A la Virgen le ha sido encomendado el preclaro oficio de intercesora, pero la fuente de toda bondad es el Señor”

La madre de Dios, para ser fiel madre e hija, tiene que ser modelo de misericordia. Pero una cosa es ser modelo y otra ser la misma Misericordia. María es paradigma de ternura entrañable que ha inspirado su amor servicial  en el Dios misericordioso, porque Dios es la raíz de las entrañas maternales de  misericordia.

Al celebrar este día ocho de Diciembre una de las fiestas mas populares de la Virgen, su Inmaculada Concepción, esforcémonos por venerar a la Inmaculada (sin mancha) con una devoción también inmaculada: sin mancha de atavismos meramente culturales y sin mancha de distorsión de la figura de la Madre, haciendo de María lo que ella nos es ni nunca quiso ser.

Mostrar más

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba