La Mirada de la FeManuel Pozo Oller

AL ANDAR SE HACE EL CAMINO

   El sábado día uno de este mes de octubre el Sr. Obispo, D. Adolfo González Montes, inauguró el curso pastoral 2011-2012 con la celebración de la santa Misa en la S.A.I. Catedral de la Encarnación y el acto académico que contó con la lección magistral del M. I. Sr. D. Victoriano Montoya Villegas, Canónigo, adjunto al Prefecto de Liturgia y Maestro de Ceremonias, Archivero diocesano y Bibliotecario del Seminario Conciliar San Indalecio y párroco de la parroquial de Nuestra Señora del Rosario de la villa de Gádor. La mencionada lección llevó por título“Acercamiento crítico a la evolución de la búsqueda del Jesús histórico, según J. Ratzinger”.

Un año más, después de un merecido descanso, es momento de ponerse en camino. Nuestras diócesis, en la gran riqueza plural de las instituciones que ayudan al Obispo en su tarea de gobierno, los diversos Consejos, la vida consagrada, las asociaciones y movimientos laicales agrupadas y los fieles laicos en general, hemos de asumir con renovado vigor nuestros compromisos bautismales al tiempo que el compromiso con la Iglesia tal y como nos indicaba el Santo Padre Benedicto XVI en su primera encíclica “Deus caritas est” cuando escribía que “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. En consecuencia todos nuestros planes y programaciones al inicio del curso pastoral tienen como centro a Jesucristo y todos los medios que sirvan para la consecución de los objetivos de nuestros planes deben llevarnos al encuentro con Jesucristo y a la vivencia del misterio de la Iglesia.

Meditando sobre la centralidad de Cristo en nuestra acción pastoral el Rvdo. D. José Díaz Rincón me ha abierto los ojos en un excelente artículo publicado en el semanario “Padre Nuestro” editado por la archidiócesis toledana. El articulista invitaba a sus lectores a la fecundidad apostólica que, como bien sabemos, se consigue en unión perfecta con “la vid”, al tiempo que rotulaba algunos caminos para este encuentro personal agrupados bajo los sugerentes epígrafes de “cosas imprescindibles” y cosas “necesarias”. Con el permiso del autor voy a glosar su reflexión.

En efecto, cundo nos ponemos en camino para vivir y anunciar a Jesucristo, hay algunas cosas son imprescindibles. No nos cabe la menor duda de que la oración ocupa lugar preferente en la acción pastoral “porque un alma sin oración es como un huerto sin agua, como sin fuego la fragua, como nave sin timón”. Además el Señor nos advierte que “sin Él no podemos hacer nada”. A veces, y cuánto cuesta, en la acción pastoral y desde la experiencia orante, nuestro hacer sería suficiente si solo estuviera preocupado de no estorbar la acción de Dios siendo útiles instrumentos en las manos del único que da el crecimiento. Mal está el asunto cuando nuestra sociedad, y con frecuencia en nuestras evaluaciones pastorales, valoramos la actividad por la cuenta de resultados.

Junto a la oración hemos de poner la formación humana y espiritual. Nuestro mundo plural, poliédrico y abierto exige del cristiano una tensión constante en orden a procurar una formación que equipe el entendimiento para dar razón de la esperanza. Sin formación no podemos vivir el cristianismo y mucho menos darlo a conocer a los demás. La Iglesia diocesana necesita, por supuesto, un presbiterio y una vida consagrada, santos y sabios, pero igual decimos del laicado. Un buen servicio para la formación del laicado en nuestra diócesis es el Instituto Superior de Ciencias Religiosas.

Además de la oración y formación hay que facilitar y alentar el compromiso. Hay mucho que hacer a la hora de la transmisión de la fe. Es tarea casi inédita el compromiso que incida en la vida pública en todas sus vertientes. Alguien dijo con gran acierto que en este momento histórico hemos de pasar de un cristianismo vergonzante a un cristianismo comprometido y militante en la línea de las palabras que escuché a mi amigo Ronaldo Muñoz, teólogo chileno, sobre el compromiso insoslayable de todo bautizado cuando decía “dime lo que haces y te diré en qué dios crees”. No es nada nuevo. Jesús ya nos lo había advertido: “En esto lleva toda la gloria mi Padre, en que deis fruto y así seréis discípulos míos” (Jn 15, 8).

El artículo publicado en el semanario “Padre Nuestro” indica también algunas cosas necesarias a la hora de comenzar un nuevo proyecto pastoral. Prácticamente sigo sus orientaciones cuando hace notar la necesidad del laicado asociado en las parroquias aprovechando la riqueza de los movimientos apostólicos. Los movimientos y asociaciones de fieles, de manera excelente la Acción Católica, son la mejor ayuda, estímulo y medio para vivir y anunciar a Jesucristo hoy en nuestro mundo. Ya Cristo utilizó esta técnica de trabajo en grupo en el Colegio Apostólico y, en toda la historia de la Iglesia, los santos, los buenos cristianos y las grandes obras se han cuajado por medio de los equipos apostólicos.

Es de todo punto aconsejable que cada persona, cada asociación y movimiento, cada parroquia, al comienzo de este curso pastoral 2011-2012 hagan su plan pastoral revisable en los momentos oportunos. A nivel diocesano nos hallamos en el empeño de recogida de sugerencias para la elaboración y redacción del nuevo plan pastoral que guiará la acción pastoral diocesana durante los próximos años.

Manuel Pozo Oller,

Vicario Pastoral

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