DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO
CONTEMPLAR PARA SERVIR
Después de escuchar el pasado Domingo, como Jesús, al concluir la parábola del buen samaritano, nos decía: “Ve y haz tú lo mismo”, puede parecer que toda la enseñanza de Jesús se concentra en la “hacer”. Ante la actitud de Abraham y de María, que escuchamos en las lecturas de hoy, podemos vislumbrar que el verdadero discípulo debe saber conjugar “mirarle” a Él para “hacer”, “orar” para “realizar”. Para ser un cristiano ·samaritano”, debemos ser un cristiano “abrahámico y mariana”. Es decir, debemos escuchar la Palabra y la ponerla en práctica.
Marta y María han hospedado también a Jesús en su casa. María ha permanecido a la escucha de la palabra de Jesús. Marta ha cargado con todo el trajín, más atenta a que el hospedaje que ofrecía a Jesús fuera honorable. No estaba mal esto, pero no era lo principal. Jesús no había ido a su casa a que le dieran un banquete, sino a ofrecerles su cercanía y gozar de la amistad
Cuando Marta, nerviosa y agobiada pide al Seños que reproche a María, consiguió ser ella la corregida: “Estás inquieta y nerviosa por tantas cosas: una sola es necesaria”. No reprendió su tarea, sino el modo de hacerla: Quiere jugar un buen papel delante de su huésped, causar buena impresión, manifestarse como buena anfitriona, y en lugar de dedicarle a él la atención y el cariño, la mirada y el aceptación, la dedicó a los pucheros y a la carne que estaba cociendo, al mantel y a la colocación de los muebles y esteras y así perdía la actitud mejor, que es la que supo adoptar María, eligiendo la mejor parte,.
Ambas actitudes son necesarias en el cristiano, pero cuando no se conjugan se corre un riesgo: en el “hacer” se puede caer pueden caer en el activismo y en el “contemplar” en la pereza y el ocio. El cristiano tiene que hacer la síntesis de las dos posturas. No excluir una en detrimento de la otra, sino integrar las dos. De la intensidad de la atención al Señor brota la iniciativa del servicio y la permanencia en él, aunque no sea gratificante. Es necesario tener el corazón de María y las manos de Marta.
Manuel Antonio Menchón
Vicario Episcopal