DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO
Seguir a Jesús. El Camino
Los evangelios de los domingos 13 al 31 del tiempo ordinario están tomados de la segunda parte de Lucas, el camino a Jerusalén. Es una parte eminentemente parenética, en la que Lucas presenta las características de la moral cristiana en torno a la idea de caminar con Jesús a Jerusalén para compartir su muerte y exaltación. Con esto la liturgia nos invita en todos estos domingos a profundizar en la moral cristiana.
El Evangelio comienza con un sumario (Lc 9,51) que introduce esta parte y ofrece el sentido general. Jesús está en Galilea y decide abandonarla y ponerse en camino hacia Jerusalén: Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, tomó la decisión de ir a Jerusalén. Literalmente el texto dice: «Aconteció que cuando comenzaron a consumarse los días de su asunción, Jesús endureció la cara para encaminarse hacia Jerusalén». Jesús sabe que en Jerusalén va a tener lugar su muerte y ascensión al cielo, por ello, en su corazón, cuando comienza a caminar ya comienza la consumación de su obra. De esta forma muerte y ascensión no son cuestión de momentos finales sino un proceso que ya comienza y se consumará en Jerusalén. Como más tarde dirá san Pablo cuando va camino de Jerusalén y le anuncian prisiones: «Mirad que ahora yo, encadenado en el Espíritu, me dirijo a Jerusalén, sin saber lo que allí me sucederá; solamente sé que en cada ciudad el Espíritu Santo me testifica que me aguardan prisiones y tribulaciones.» (Hch 20,22-23). Jesús camina a Jerusalén acompañado de sus discípulos a los que va enseñando cómo deben vivir, el caminoque deben recorrer. En este contexto Lucas presenta todas las enseñanzas morales del discípulo, ofreciendo así los grandes rasgos de la moral cristiana.
En esta presentación el camino tiene tres características generales: es cristiana, pascual y escatológica. Es cristiana porque no consiste en “ser bueno” o “portarse bien” de forma genérica, sino encaminar con Jesús, actualizando su vida. Por el bautismo el cristiano está unido vitalmente a Jesús y por eso su vida debe consistir en caminar junto a él, amándolo, sirviéndolo y dialogando con el amigo que nunca abandona, pues hasta en la hora de la muerte estará junto a nosotros y nos resucitará. La moral cristiana tiene carácter de relación personal con Jesús. El estoico observa una serie de normas de cara al orden del mundo, el cristiano de cara a Jesús, con quien camina.
Por otra parte, es un caminar pascual, en que cada acción tiene carácter de muerte y resurrección, muerte a todas las facetas de egoísmo y desamor, resurrección en cuanto que nos hace crecer en Cristo y nos va configurando cada vez más a él. El hombre es un ser histórico que se va configurando por las acciones que realiza, ya que estas van creando hábitos positivos o negativos. La resurrección final es la culminación de un proceso positivo.
Finalmente es un caminar escatológico. Esta palabra se refiere al final de la vida y quiere decir que al final daremos cuenta de nuestras acciones y que por ello tenemos que actuar con responsabilidad, sabiendo que tenemos que responder. En concreto, al final seremos examinados de amor (Mt 25,31-46). Jesús compara la vida del discípulo al sarmiento que debe estar unido a la vid y dar fruto maduro. Ahora bien, el fruto no es cuestión de un momento final sino de todo un proceso de unión a la vid, en que se va colaborando con la savia. Cuando llega el momento de la vendimia, el dueño va a la vid, se queda con los sarmientos que tienen fruto y tira los que no lo tienen (Jn 15,1-6).
Esta moral implica valorar positivamente el comportamiento cristiano. Desgraciadamente hay cristianos que no valoran la moral. Para ellos vivir como Cristo es un absurdo que no tiene sentido y su ideal es vivir a sus anchas y al final de su vida apelar a la misericordia de Dios. Es verdad que, aunque valoremos la moral, siempre nos quedamos cortos y tenemos que apelar constantemente a la misericordia de Dios, pero esta forma de pensar ignora lo que es la alegre noticia de Jesús, que es una aventura de amor, que confiere sentido a la vida. Ciertamente, habrá poda (Jn 15,2) y pruebas, pero es para dar más fruto. Cristo no ha venido a amargarnos la vida. Vivir cristianamente es una alegría.
En el Evangelio de hoy Lucas presenta dos primeras características del caminar con Jesús: el rechazo y la misión. Los discípulos son rechazados en Samaría porque van con Jesús, que es al que realmente rechazan. Igual que el camino de Jesús comenzó con el rechazo (cf Lc 4,16-30), así también lo será el discípulo. Una segunda característica es un caminar con Jesús que debe ser realista, sabiendo que se sigue a una persona desinstalada, débil y desvalida. Igualmente el seguimiento debe ser incondicional, pues el Reino de Dios es el valor absoluto que relativiza los demás y exige plena dedicación.
En cada celebración de la Eucaristía participamos sacramentalmente la muerte y resurrección de Jesús y así alimentamos nuestro camino pascual.
Primera lectura: 1 Re 19,16b.19-21: Eliseo se levantó y marchó tras Elías
Salmo Responsorial: Sal 15,1-2a. 5-7-. 8-9-11: Tú, Señor, eres el lote de mi heredad
Segunda lectura: Gal 5,1.13-18: Vuestra vocación es la libertad
Evangelio: Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9,51-62: Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Te seguiré a donde vayas.