SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN por Antonio Rodríguez Carmona
María,una vida consagrada al Amor, Madre de la esperanza
María es madre y modelo para el cristiano. Ella ha recorrido antes que nosotros el camino de Jesús, ya ha llegado a la meta y comparte la gloria de Jesús, que es nuestra meta. Ahora intercede por nosotros y alienta nuestra esperanza de llegar a nuestro destino.
Una vida consagrada al amor, llega a Dios que es Amor. Si Dios es Amor, el amor es el único camino que nos acerca a él. Toda la vida de Jesús, desde la encarnación hasta su resurrección, estuvo determinada por el amor. Por amor se encarnó y solidarizó con nosotros, haciéndose nuestro hermano y representante. Por amor ejerció fielmente su misión de anunciar la proximidad del Reino de Dios, afrontando las dificultades y aceptando la muerte. Por amor el Padre lo aceptó y lo convirtió en primogénito de entre los muertos, nuevo Adán que comenzaba una nueva estirpe de resucitados (2ª lectura).
Este es el camino que tiene que seguir la humanidad para compartir la resurrección de Jesús y que María anduvo de una manera especial. Por ello ya comparte la resurrección. San Pablo dice en la 2ª lectura que hay un orden para resucitar y que el primero fue Cristo, después todos los cristianos. La Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, nos enseña que María tiene un lugar especial en este orden y que ya comparte esta gloria desde su asunción a los cielos, todo ello porque también fue la persona que más amó a Dios después de Jesús.
El Evangelio recuerda cómo María lo realizó: con una vida consagrada a la alabanza divina y al servicio. Su primera acción después de la anunciación fue ir a ayudar a Isabel, embarazada. La liturgia contempla su “ponerse en camino a prisa” en el horizonte de toda su vida, una vida consagrada al servicio por amor, en contexto de fe y oración. Isabel la alaba por su fe, pues creyó en las palabras del ángel y María responde alabando a Dios, que enaltece a los humildes.
Por ello es modelo de todos. La primera lectura presenta una mujer misteriosa, que representa la Iglesia del Antiguo y Nuevo Testamento, llamada a dar a luz al Mesías y con él la salvación para la humanidad. En el AT preparó la venida, en el NT la realizó, primero físicamente por medio de María, después por medio de su acción misionera. Siempre es perseguida pero Dios la protege.
En la Eucaristía la Iglesia realiza de forma especial su tarea de dar a luz a Jesús en nuestro tiempo para salvación de todos los hombres, alimentándonos para que, unidos a él, actualicemos su vida consagrada al amor y así podamos también compartir su resurrección. En ella recordamos a María y a toda la Iglesia triunfante, pidiendo su intercesión.
Primera lectura: Lectura del libro del Apocalipsis 11,19ª.12,1.3-6ª.10ab: Apareció una mujer vestida de sol…
Salmo responsorial: Salmo 44: De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir
Segunda lectura: Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15,20-27ª: Por Cristo todos volverán a la vida
Evangelio: Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,39-56: María se puso en camino con presteza… para servir a Isabel.