Comentario Bíblico Ciclo CNoticias

DOMINGO VII DEL TIEMPO ORDINARIO

Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

Lecturas: 1 Samuel 26,2-23: El Señor te ha entregado hoy en mi poder, pero yo no he querido extender la mano. Salmo 102: El Señor es compasivo y misericordioso. 2 Cor. 15,45-49: Lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial. Evangelio de San Lucas 6,27-38: Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.

Las bienaventuranzas del domingo pasado son el punto de partida para entender el mensaje central de hoy.  Encontramos una preciosa y dramática introducción en la acción de David para con su enemigo Saúl. La vida le brinda la oportunidad de vengarse del hombre hostil, pero opta por el perdón y la misericordia. El audaz muchacho sabe reconocer la imagen de Dios en su encarnizado perseguidor y declina toda ansia de venganza.

El apóstol subraya que la verdadera vocación del ser humano es eclosionar como perfecta imagen de Dios. La narración rompe la lógica de todo relato. El verbo que más se repite en este Evangelio es “amar” y en dos ocasiones lo encontramos con un destinatario especial “amad a vuestros enemigos”. Nuestra vida de fe queda íntimamente entrelazada con la actitud ante el adversario. Hay heridas que sólo pueden ser curadas con el perfume del amor. Existen profundos e insondables abismos que sólo pueden ser encumbrados por la generosidad del corazón.

Detengámonos en el sendero que ha escogido Dios para llegar a los hombres. Dios ama a nuestros enemigos, eso es lo que significa la cruz. Sufre por ellos, conoce su dolor. ¿merecen tanto? Si Dios los ama, ahora es mi turno. Dios lo ha dado todo por ellos, también nosotros. ¿Quién está más necesitado de amor que aquel que es tu enemigo? La pobreza de su amor es un clamor constante que con puños, insultos y violencia mendiga incluso sin saberlo el amor de Dios…la paz. Cuando nos cerramos al amor a los enemigos, clausuramos la esperanza a los menesterosos de la misericordia, volvemos a arrojarlos a un vertedero que jamás debieron conocer. Amar duele. Amar me revela quién soy y desnuda la miseria que se resiste a izar velas. Amar como Dios ama. No puedo ser grande como Dios, eterno como Dios…pero si puedo ser misericordioso como Dios.

Ramón Carlos Rodríguez García

 

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