DOMINGO IV DE PASCUA
Jesús, Buen Pastor, que “huele a oveja”
En la homilía de la misa crismal del último Jueves Santo el papa Francisco invitó a todos los sacerdotes presentes a ser pastores que “huelen a oveja”, es decir, que viven entre sus ovejas, conocen sus problemas y necesidades y comparten sus alegrías y sufrimientos, saben tratarlas adecuadamente. Esta característica hay que aplicarla de manera especial a Jesús resucitado, buen pastor, característica que subraya de una manera especial la liturgia de este domingo.
Jesús resucitado “huele a oveja” porque vivió una existencia como la nuestra menos en el pecado. Vino a nuestro “establo” encarnándose y viviendo como uno de nosotros, mostrándonos con palabras y obras el camino que nos lleva al Padre. Por nosotros murió y resucitó, y ahora, resucitado, continúa su labor. Él nos conoce a cada uno de nosotros, nuestros problemas, dificultades, deseos y alegrías. Está en el corazón de cada hombre ofreciendo su salvación. Él comparte su gloria con todos los testigos que han dado su vida por el testimonio (2ª lectura).
Ahora, Él nos guía y alimenta primero por medio de su Espíritu, que ha enviado a nuestros corazones, recordándonos sus palabras y dándonos fuerzas para realizarlas.
Después por medio de su Iglesia. Todos los miembros del pueblo cristiano tenemos que ser conscientes de esta tarea, honor y responsabilidad. En la familia los cónyuges entre sí y con los hijos y con sus círculos de amistades; en la sociedad “oliendo” a los problemas de los conciudadanos y comprometiéndonos lealmente como cristianos por el bien común; igualmente, dentro de la comunidad eclesial, como miembros del Cuerpo de Cristo, hemos de caminar juntos, preocupados mutuamente unos por otros, conociendo nuestros problemas y deseos, ayudándonos con el mutuo ejemplo, la amistad y el consejo, teniendo una preocupación especial por los miembros débiles y por los diversos tipos de ovejas que andan perdidas.
Finalmente por medio de nosotros sacerdotes, que por el sacramento del orden participamos de manera especial la tarea de Cristo buen pastor, a quienes ha encomendado la misión de hacer visible su amor y cuidado y en cuyas manos ha puesto los sacramentos que alimentan a su pueblo. Necesitamos comprometernos seriamente en oler a Cristo y oler a oveja. Jesús, antes de encomendar sus ovejas a Pedro por tres veces le pidió amor, igualmente nos pide esta amor a cada uno de nosotros, pues este amor será garantía del cuidado desinteresado de las ovejas: « Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio hijo» (Hch 20,28). “Oler a oveja” como expresión de conocer y compartir la preocupaciones reales de los hombres de hoy y ayudarles a afrontarlas y superarlas como cristianos. El papa Francisco pide constantemente oraciones por su ministerio, igualmente los sacerdotes debemos pedir ser fieles pastores en nuestro ministerio.
En la Eucaristía Jesús resucitado ejerce como Buen Pastor, alimentándonos con su palabra y con su Cuerpo y Sangre.
Primera lectura: Lectura de los Hechos de los Apóstoles 13,14.43-52: La palabra de Dios se iba difundiendo
Salmo responsorial: Sal 92,2.3.5: Somos su pueblo y ovejas de su rebaño
Segunda lectura: Lectura del Apocalipsis 7,9.14b-17: El Cordero que está delante del Trono será su pastor
Evangelio: Lectura del santo Evangelio según san Juan 10,27-30: Mis ovejas escuchan mi voz