Comentario Bíblico Ciclo C

DOMINGO IV DE ADVIENTO

«Cuando la vida salió al encuentro de la esperanza»

Siempre es sorprendente comprobar cómo la grandeza se demuestra con actitud de servicio. El fragmento del evangelio de este domingo comienza presentando esta actitud en la Virgen María. Sabiendo ya que lleva en su seno al Hijo de Dios, María ignora cualquier tentación de vanagloria y, conociendo la necesidad de su pariente Isabel, se pone en camino para ayudarla en lo que necesite. Este es el preámbulo del breve relato de san Lucas que tradicionalmente se le ha llamado «la visitación».

Siguiendo el itinerario del texto, la primera imagen es el momento en que María saluda a Isabel y el alborozo que provoca este saludo en la criatura que Isabel lleva en su seno. No debería dejarnos de admirar cómo Dios, a lo largo de toda la historia de la humanidad, ha evitado cualquier intento de grandilocuencia y espectacularidad. Dios siempre se ha hecho presente en la sencillez de lo pequeño. Con nuestra mentalidad actual, es difícil comprender lo radicalmente rompedor que fue que Dios quisiera servirse de dos mujeres, en una pequeña región sin importancia, para ser portadoras del anuncio y de la Salvación del mundo. El texto se convierte hoy, en una llamada a fortalecer nuestra capacidad de sorpresa en un Dios que siempre rompe los esquemas humanos preestablecidos. Solo así es posible vivir el gozo que brota de la Vida nacida en un pequeño Niño. El reconocimiento de Dios que sale a nuestro encuentro en lo pequeño y cotidiano, es condición imprescindible para llenarnos de alegría y que esa alegría alcance plenitud.

«Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno». Con estas palabras, Isabel expresa, de manera sencilla y, a la vez, casi profética, lo que está aconteciendo en la intimidad de la casa de Judá. La Vida sale al encuentro de la esperanza; María acude a acompañar a Isabel; Cristo, a Juan el Bautista; el Evangelio, al Antiguo Testamento; El cumplimiento, a la promesa. Porque en la relación de amistad entre Dios y el hombre, quien toma siempre la iniciativa es el más importante; Dios.

Jesús, el Hijo de Dios que se ha hecho uno de nosotros en el seno de María, es la causa de la alegría de Juan Bautista en el seno de su madre Isabel. Juan representa la promesa hecha por Dios de que un día, la salvación llegaría en plenitud a la humanidad. Jesucristo es el cumplimiento de esa promesa. De ahí, el gozo. En nuestra vida, Cristo es la Vida que completa y da sentido a nuestras esperanzas. Es la Vida que da sentido a nuestra vida.

 

Victoriano Montoya Villegas

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