Comentario Bíblico Ciclo A

DOMINGO II DEL TIEMPO ORDINARIO

¿Es verdad que somos aficionados a hablar de todo? Incluso de lo que no sabemos

Suele decirse que cualquiera de nosotros nos consideramos mejores entrenadores que el seleccionador nacional o que conocemos soluciones más fáciles, rápidas y baratas para los problemas de nuestra ciudad o país que las que ponen en práctica los dirigentes políticos. Todo ello se debe a que tendemos a hablar de todo, incluso de lo que no conocemos o solo tenemos un conocimiento superficial.

El fragmento del evangelio de hoy presenta el testimonio que Juan Bautista ofrece sobre Jesús. El texto comienza con una afirmación rotunda por parte de Juan: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo». Sin embargo, el Bautista confiesa que su conocimiento sobre Jesús no lo ha tenido siempre, pero que ha sido capaz de alcanzarlo. Y, solo después de este conocimiento, puede hablar verdaderamente sobre Jesús.

Los cristianos sabemos que estamos llamados a dar testimonio sobre Jesús. Pero muchas veces, nuestras palabras pasan completamente desapercibidas, no tienen ninguna influencia en aquellos a quienes se las dirigimos. Esto sucede porque nos falta conocimiento de Jesús y solo decimos vaguedades y generalidades.

Cuando utilizamos el verbo «conocer», inmediatamente lo vinculamos a la dimensión intelectual de la persona y al acto del estudio. Ciertamente, el conocimiento de Cristo tiene una dimensión intelectual, tan propia del ser humano, que hay que recuperar. Muchos cristianos no han aprendido nada sobre Jesucristo más allá de aquellos conocimientos que recibieron durante su preparación a la Primera Comunión. La formación teológica no es un capricho para «los que tienen tiempo», sino un elemento esencial de la vida de quien quiera vivir en amistad con Jesús, puesto que nadie ama lo que no conoce.

Pero este conocimiento de Jesús no es suficiente. Decía san Ignacio de Loyola: «No el mucho saber harta y satisface al anima, mas el sentir y gustar de las cosas internamente». El conocimiento más profundo y conmovedor sobre Cristo nace del contacto personal con Él. Solo en la oración y en la escucha de su palabra se puede llegar a profundizar en su verdad más profunda y en el conocimiento de la misma.

Solo unas palabras sobre Jesús que nacen del conocimiento intelectual y vivencial conjuntamente, pueden conmover e interesar a aquellos que no conocen a Cristo o que se han olvidado de Él, de la misma manera que las palabras de Bautista hicieron que sus discípulos comenzaran a seguir a Jesús y se convirtiesen en apóstoles.

Victoriano Montoya Villegas

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