Comentario Bíblico Ciclo C

DOMINGO II DE CUARESMA

El evangelista presenta la transfiguración de Jesús en un contexto de oración, elemento esencial en la vida cristiana e indispensable para el crecimiento en la fe.

Es un anuncio de la gloria que recibirá en su resurrección, siguiendo el camino de la cruz. Dialoga con Moisés y Elías, representantes de la ley y los profetas, sobre su próximo éxodo, que se iba a consumar en Jerusalén. En medio de una vida llena de contradicciones, y ante un horizonte cercano de sufrimiento, se revela sin embargo la verdadera gloria de Jesús, una gloria que le viene de Dios mismo.

Los discípulos testifican que el espectáculo es grandioso. El Padre confirma la autenticidad del camino de Jesús, mandándonos escuchar su enseñanza sobre la muerte y resurrección.

Este hermoso texto, es una valiosa ayuda para todos aquellos que hemos iniciado este camino Cuaresmal. Nos invita a conocer mejor la meta a la que nos dirigimos. Esta oportunidad de estar con el Señor y compartir su gloria mitiga la fatiga del camino por recorrer y nos llena de gozo y fuerzas para terminar la tarea.

Pero no es sólo una tregua en medio del “combate de la fe” a lo que nos invita el relato en este tiempo de purificación que es la Cuaresma. Como los apóstoles también debemos hacer el maravilloso esfuerzo de subir a lo alto de la montaña y gozar de una mejor perspectiva, allí donde la contaminación es menor y ofrece un paisaje más rico. Entonces podremos comprender que ante la presencia del Señor el horizonte se amplía, todo se torna más relativo: los malos momentos, las malas experiencias, la sensación de fracaso, los miedos… ante el Señor todo se difumina, adquiriendo una blanca tonalidad que contrasta con el gris que nos amenaza.

Tantas veces deberíamos dejarnos arrebatar por el Señor y escucharle sólo a Él. Eliminar tantos ruidos parásitos que nos distraen y enloquecen.

Los cristianos necesitamos esos momentos de intimidad con el Señor, esos momentos de gustar de su presencia radiante que contagia alegría y esperanza. En este tiempo de Cuaresma busquemos los minutos precisos y preciosos que nos  acercan a Jesús. Sólo así podremos descender al valle de lágrimas cotidiano y continuar la misión que Jesús nos ha encomendado.

La oración y la escucha de la Palabra es lo que nos anima y alimenta en nuestra tarea de discípulos. Son dos invitaciones en este hermoso tiempo que anhela la transfiguración definitiva en manos del Padre.

Que Dios les bendiga

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