Comentario Bíblico Ciclo CNoticias

DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO.

Hoy me alojaré en tu casa…seamos tu casa...formemos un hogar

Lecturas: Sap 11,22-12,2. Te compadeces de todos, porque amas a todos los seres. Sal 144. Recibiré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. 2 Tes 1,11-2,2. El nombre de Cristo será glorificado en vosotros y vosotros en él. Lc 19,1-10. El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

Jesús centró su mensaje en los marginados del mundo judío. Se asemejó a ellos. Se hizo uno con ellos. Quienes formamos la Iglesia no podemos apartar nuestros ojos, nuestros proyectos de aquellos mismos objetivos del Maestro. Hoy la Palabra nos presenta a Zaqueo. ¿Realmente era un marginado aquel hombre? Acaudalado “funcionario traidor”, amasó su fortuna con el dolor y la miseria de sus paisanos. El imperio le concedió la oportunidad de enriquecer sus arcas y de arruinar su vida.

El evangelista no nos presenta una parábola como nos ha ido acostumbrando en estos últimos domingos. Es un hecho real situado en Jericó. Jesús tiene que pasar por allí en su particular Vía Crucis. La mirada de Jesús, mirada de amor, iluminó aquel instante. Hombre y tiempo, espacio y corazón se fundieron en idéntico latido. Un amanecer prematuro despuntó en la ciudad…en el árbol…en sus vidas. En Jericó sucedió lo que puede suceder este domingo. Que nuestra mirada y la de Jesús se encuentren en la Eucaristía, en la comunidad. Aquel publicano supo superar los obstáculos que propios y extraños, naturaleza y perversión moral gestaron en derredor. ¿Cuáles son nuestras limitaciones? ¿Qué nos impide buscar a Jesús? La iniciativa la tiene siempre el Hijo de Dios. Se auto invita a participar de tu vida, a comer en tu mesa. Brinda un futuro para aquellos cuyo presente está difuminado por el hastío y la desidia ante la frustración constante.

La búsqueda ha terminado. El recaudador inmisericorde, buscón infatigable, es también un hombre con suerte. Aprovechó la ocasión que un árbol le brindó…aprovechemos también la oportunidad que otro árbol gestado como patíbulo se convierte en trono de amor. Hubo otro “Zaqueo” sin pecado que también subió a un árbol, no estimulado por la curiosidad, sino movido por el amor a Dios y a los hombres que no dudó en permanecer en él hasta que entregó su vida por ti, por mi…por la humanidad. Invita a Jesús a tu “casa”, pero no le des la buhardilla para pernoctar, no le ofrezcas un rincón olvidado…ofrécele toda tu casa, toda tu vida y entonces y sólo entonces será el HOGAR.

Ramón Carlos Rodríguez García

Rector del Seminario

 

 

 

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