Comentario Bíblico Ciclo A

DOMINGO I ADVIENTO

Vigías nuevos para un tiempo nuevo

En la antigüedad, la seguridad física no estaba garantizada por el estado como lo está hoy en día. Cada uno era responsable de proteger la propia vida frente a los ataques que pudiera sufrir. Por ello, uno de los cargos de más responsabilidad que existía era la de los vigías; aquellos que, día y noche, montaban guardia en las murallas para ver si venía algún potencial enemigo y avisar al resto de la población.

Hoy comienza un tiempo litúrgico nuevo; el adviento. Es tiempo marcado por el espíritu de preparación y en las palabras de Cristo que nos transmite el evangelista san Mateo, a quien leeremos durante este nuevo año litúrgico que también comienza, identifica la preparación propia de este tiempo con la vigilancia.

A aquellos vigilantes se les pedía que mantuvieran su mirada atenta tanto a lo cercano como a lo lejano para poder prevenir el peligro. A nosotros, cristianos de este tiempo, se nos pide ser capaces de alzar nuestra mirada, no obcecarnos solo con el presente y lo inmediato, sino alzar la mirada hacia el futuro como meta definitiva de nuestra vida. De esta manera, los agobios, problemas y preocupaciones que tanto daño nos causan a veces, aparecen como realidades transitorias y no determinantes de nuestra vida, sino como oportunidades de poder unirnos más a Cristo como única posibilidad de sobrellevar las dificultades que salen a nuestro encuentro.

A los vigías se les exigía diligencia en la tarea encomendada. A nosotros, los cristianos de hoy, Jesús nos llama a que fortalezcamos aquellas actitudes que son propias del cristiano. Es más, nos pide que no reduzcamos nuestra fe a una simple idea, sino que se haga vida en cada una de nuestras acciones cotidianas. No se nos llama a ser superhéroes, sino a que nuestras obras cotidianas, en los distintos ámbitos de nuestra vida, trasluzcan que hemos puesto nuestra confianza en el Señor, que es la mejor expresión de una fe verdadera.

A aquellos encargados de vigilar se les exigía que fuesen prestos en dar la voz de alarma, si era necesario. Hoy, a nuestro mundo le faltan esas voces que le indiquen que existe una posibilidad de vida diferente a la que la mayoría de las personas han elegido, apartados de Dios y sin responsabilizarse de los hermanos. Cada uno de nosotros estamos llamados a ser signos de una existencia vivida en amistad con Dios. Se nos pide que, con nuestro vivir cotidiano, siguiendo las enseñanzas de Jesús, los demás puedan ver que es posible una vida diferente. Llamar a la vida con Cristo es el mejor regalo que podemos ofrecer a los demás, especialmente, a los más cercanos.

Victoriano Montoya Villegas

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