Discursos, Alocuciones y Otros Escritos - Obispo Emérito

DISCURSO AL CLERO DIOCESANO EN LA FELICITACIÓN DE NAVIDAD

Queridos sacerdotes y diáconos:

 

Las fiestas de la Natividad del Señor vuelven a reunirnos en torno al mensaje de Belén anunciado por los ángeles a los pastores: «Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un salvador, que es el Cristo Señor» (Lc 2,11). Conmemoramos el acontecimiento que ha cambiado la historia de la humanidad, al revelarnos Dios todopoderoso en el nacimiento de Cristo su Hijo que él mismo, el Dios eterno, se ha hecho temporal y ha puesto su tienda entre las nuestras. La humanidad tiene un futuro que es el futuro del Verbo de Dios, que se hizo carne por nosotros en las entrañas de la Virgen: Cristo Jesús, que con su muerte y resurrección nos ha abierto ese futuro que comenzó con su encarnación, para que entráramos por la puerta que él mismo es, pues Jesús dijo de sí mismo: «Yo soy la puerta; si uno entra por mí estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto» (Jn 10,9).

Jesús es el Hijo de Dios encarnado, hecho hombre por nosotros, y con este motivo, llenos de esperanza nos felicitamos y nos intercambiamos augurios de esperanza, confiando en que siempre, como lo acredita la historia de la salvación desde la alianza con Abrahán, padre de los creyentes, Dios ha salido al encuentro del hombre ofreciéndole salidas de sus dificultades, caminos de amor desconcertantes para el pensamiento humano. Dice el Apóstol que «por la justicia de la fe fue hecha a Abrahán y a su posteridad la promesa de ser heredero del mundo» (Rm 4,13). Como la fe de Abrahán alimentó la esperanza de ver cumplida la promesa, así en nosotros, la fe en Jesús alimenta la esperanza en la cual estamos salvados; pues creemos que hemos sido salvados en esperanza, como dice el Apóstol: «Porque nuestra salvación es en esperanza; y una esperanza que se ve, no es esperanza, pues ¿cómo es posible esperar una cosa que se ve?» (Rm 8,24).

El luminoso magisterio del Papa Benedicto XVI se apoyaba en este pasaje de Romanos para abrir una reflexión sobre la esperanza cristiana en la encíclica Spe salvi (2007). En ella, se propuso el Papa una reflexión sobre la esperanza que ayudara a los hombres de nuestro tiempo a sostener la orientación hacia la meta de la salvación. El Papa abría su reflexión diciendo:

«Según la esperanza, la «redención», la salvación, no es simplemente un dato de hecho. Se nos ofrece la salvación en el sentido de que se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque seas un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino»[1].

La meta del camino que hemos emprendido esperanzadamente con la fe es el Cristo glorioso y consumado en su cuerpo, que es la Iglesia (cf. Ef 1,22-23; Col 1, 18), cuando la inmensa procesión de la humanidad alcance el descanso en Dios (cf. Hb 4,6-9). Entonces la procesión de los redimidos, prefigurados en la procesión de los israelitas cautivos retornando a la patria amada, «entrarán por las puertas del Señor dándole gracias» (Sal 100,4), para habitar en la nueva Jerusalén (cf. Is 54,11-15), figura de la Jerusalén celestial, Esposa del Cordero (Ap 21,2.9), superada ya la prueba terrible de Sión desierta y Jerusalén cautiva y desolada (Is 64,9-10), evocada en la meditación del Adviento bellamente recitada en el canto del Rorate caeli.

El año que termina ha sido un año que ha traído como todos los años sus propios afanes, ofreciéndonos una ocasión de gracia para superar pruebas no exentas de riesgos y dificultades, y contra los asaltos de la desesperanza fortalecer la fe que alimenta la esperanza de que, como repetía santa Teresa, «solo Dios basta». Quiera el Señor del tiempo y de la historia que el transcurso de estaño 2019 no haya dejado de producir sus frutos, que siempre son el resultado logrado del camino emprendido y al cual nos llamó en su día el Hijo de Dios, para que le siguiéramos y estuviéramos con él y para llevar adelante su obra de evangelización (cf. Mc 3,13-14).

El estado del clero y el ministerio sacerdotal como objetivo y preocupación y acción de los obispos

El año que llega a su fin hemos dedicado una extensa reflexión al ministerio sacerdotal, porque a este ministerio ha encomendado Cristo Jesús sostener la esperanza de los fieles mientras recorren el camino de la santidad, vocación bautismal de todos los miembros del pueblo de Dios. Tarea la de sostener la esperanza que no se logra sin el fortalecimiento de la fe, y ésta se apoya en la Palabra de Dios proclamada y en la comunión de gracia sostenida por los sacramentos. Sabemos que nuestra santificación se va realizando en nuestra vida mortal mediante los sacramentos por obra del Espíritu Santo, que Dios ha derramado sobre los redimidos como fruto de la redención de Cristo. De esta suerte, se transforma el estatuto antropológico del hombre interior, pues, como dice san Pablo a los Corintios, «aun cuando nuestro hombre exterior se va desmoronando, el hombre interior se va renovando de día en día» (2 Cor 4,16). Por esto, no desfallecemos, pues sabemos por experiencia de vida cristiana que «la leve tribulación de un momento, nos procura sobre toda medida, un pesado caudal de gloria eterna, a cuantos no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las cosas visibles son pasajeras, pero las invisibles son eternas» (2 Cor 4,17-18).

Durante el año 2019 hemos propuesto al clero diocesano realizar una seria reflexión sobre el estado del clero en general y su concreta aplicación a nuestro presbiterio. Nuestra reflexión estuvo motivada por la publicación por la Congregación para el Clero de la nueva Ratio fundamentalis  formationis institutionis sacerdotalis «El don de la vocación presbiteral» (8 diciembre 2016). Presentado este importante documento de la Congregación en 2017, fue sometido a un detenido análisis por los obispos españoles durante las sesiones de encuentro durante 2018 y 2019, con ánimo de lograr una adaptación satisfactoria para España.  Finalmente, la recognitio de la Congregación ha permitido la publicación del texto final: Plan de formación sacerdotal. Normas y orientaciones. «Formar pastores misioneros» (28 noviembre 2919).

Como acabo de decir, el estudio y análisis de la Ratio ocupó a los obispos en las sesiones de trabajo de estos dos últimos años, pero ya en años anteriores habíamos comenzado algunos estudios y reflexión sobre la formación de los candidatos al ministerio y del estado del clero en España, que a continuación refiero:

«Informe sobre la situación actual del Clero en España» (Comisión permanente de junio 2015).

«Reflexión sobre la situación actual del Clero en España» (Asamblea plenaria de noviembre 2016).

«Estudio del rol de los formadores y directores espirituales en la formación de los candidatos al sacerdocio» (Asamblea plenaria de noviembre 2016).

― «Información sobre la implementación de la nueva “Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis”» (Comisión permanente de febrero 2018). Este documento responde a un análisis de las agrupaciones de Seminarios en torno a las Universidades y Facultades de Teología en España, a las cuáles se hallan afiliados los seminarios, refleja el número de alumnos, ordenaciones sacerdotales y otros datos. Con él se pretendía motivar una reflexión sobre la respuesta que demandan las cuestiones planteadas por la Congregación para el Clero en carta a los obispos del 21 de diciembre de 2017.

«Información sobre el cuestionario a enviar a las provincias eclesiásticas sobre los seminarios» (Comisión permanente de junio 2018).

A estos documentos hay que añadir la amplia reflexión realizada por los obispos en sesión reservada sobre la radiografía resultante de los informes cursados sobre el estado del clero en España y la necesaria aplicación de la Formación permanente en las diócesis. Se analizaron los grandes retos que para los obispos supone el cuidado del clero, teniendo en cuenta la labor parroquial que los sacerdotes llevan a cabo, siendo al mismo tiempo conscientes de los fenómenos de absentismo e individualismo con los que proceden algunos sacerdotes, reducción de la actividad pastoral con frecuencia al culto acumulado en sólo algunos días; el padecimiento de depresiones que afectan a su estado de ánimo y acción pastoral, que acompaña a la experiencia que algunos tienen de sobrecarga; la fragilidad de las nuevas generaciones sacerdotales.

De fondo, está la cuestión más radical del seguimiento de los consejos evangélicos y tentaciones que acechan la vida pastoral descritas por el Papa Francisco de modo general desde el comienzo de su pontificado romano como “tentaciones de los agentes pastorales”, pero específicamente aplicables al clero[2], a las cuales ha añadido posteriormente una reflexión más propia sobre las que llama nuevas formas de gnosticismo y pelagianismo[3].  A esto hay que añadir, la cuestión de los criterios de la configuración de la formación permanente, que exige el necesario estudio continuado por parte de los sacerdotes. Liberados de los controles de examen para la obtención de las licencias ministeriales, muchos se abandonan a la acción pastoral sin la reflexión necesaria y/o sin la suficiente vida espiritual, mientras otros, en palabras del Papa, siguiendo al teólogo jesuita y cardenal Henri de Lubac, se confían celosamente al cultivo de la imagen y el carrerismo, cayendo en la “mundanidad espiritual”[4] (Asamblea plenaria noviembre 2018).

La cuestión de los «delicta graviora» y la entrada en vigor de la nueva legislación sobre la prevención de tales delitos

Uno de los graves problemas que, con relación a la madurez humana y espiritual del clero, ha querido abordar la Conferencia Episcopal ha sido la adecuación de la normativa de la Iglesia en España a la ley universal de la Iglesia, con las novedades que desde los últimos años se vienen introduciendo en relación con los «delicta graviora» y el enojoso tema de los abusos por parte de clérigos a menores, causa de grave escándalo. Los cambios fundamentales en la legislación se comenzaron a hacer realidad en el pontificado de Benedicto XVI y han proseguido del modo conocido durante el actual pontificado del Papa Francisco. Este grave asunto ha tenido además una inevitable relación con la legislación sobre la protección de datos, también nueva en su conjunto.

A este propósito, es necesario recordar que la publicación de la Ley 26/2015, de 28 de julio, de modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia y del Real Decreto 1110/2015, de 11 de diciembre, por el que se regula el Registro Central de Delincuentes Sexuales, provocó no poca inquietud en los obispos, ya que tratándose de leyes civiles que obligan a todos los ciudadanos, se planteó desde el principio el interrogante de si eran o no aplicables en la forma en que lo exige la legislación civil que nos afecta, o en qué medida eran aplicables a la Iglesia Católica en España, teniendo en cuenta el tratado sobre Asuntos Jurídicos entre el Estado Español y la Santa Sede de 3 de enero de 1979.

Con este motivo, la Secretaría General de la Conferencia solicitó un informe a nuestro Servicio Jurídico Civil, que fue remitido a la Secretaría General, para ser dado a conocer a los señores Obispos, el 6 de mayo de 2016. Se trataba de unas «Orientaciones de la Conferencia Episcopal sobre el modo de proceder tras la entrada en vigor de la mencionada Ley 26/2015 y el Real Decreto 1110/2015». El Comité Ejecutivo acordó que fuera remitido a todos los obispos personalmente. Al tiempo que se hacía este importante trámite, se informó que la Comisión Asesora de Libertad Religiosa del Ministerio de Justicia estaba trabajando sobre este asunto, dado que la respuesta en principio era que, en efecto, esta legislación civil afectaba a la vida de la Iglesias cristianas y no sólo a la Iglesia Católica, igual que obligaba a las demás religiones.

La respuesta que el Servicio Jurídico Civil de la Conferencia Episcopal respondía diciendo que la legislación es aplicable a todos los catequistas y personas que trabajan con menores de forma voluntaria en las parroquias, incluyendo a los sacerdotes, en la medida en que trabajen en la educación religiosa y actividades complementarias con menores (por ejemplo, monitores de campamentos, profesores y sacerdotes, religiosos /-as y laicos educadores operativos en las actividades educativas de la Iglesia, centros de formación católica, incluidos los sacerdotes consiliarios, capellanes de colegios, etc.). En consecuencia, estas personas estaban obligadas a contar con el certificado negativo que emite el Registro Central de Delincuentes Sexuales. Se concluye de esto que todas las contrataciones que se realicen en los campos educativos de la fe y la educación católica en general (en parroquias y colegios) deben solicitar y presentar la correspondiente certificación negativa antes de proceder a su contratación, incluyendo además su aplicación a los auxiliares de la labor, tales como los agentes de servicios e transporte escolar, asistencia a comedores, cuidadores de menores desde la educación infantil (propiamente tal y/o en guarderías) en adelante.

Se debe tener en cuenta que, en este sentido, la responsabilidad civil subsidiaria recae sobre la autoridad de la Iglesia, incidiendo en su condición de responsable de culpa «in eligendo» (contrataciones, selección de catequistas y voluntariado), o culpa «in vigilando».

A nadie puede escapar la importancia de la necesaria adecuación a la legislación civil, que es además completada, por lo que se refiere a los clérigos, por la propia normativa canónica que dispone los procedimientos para los casos de abuso de menores. Dada la importancia del tema, los obispos estudiaron en la reservada de la Asamblea plenaria de la CEE (1-5 abril 2019), un amplio informe sobre los trabajos realizados por la Comisión que la Conferencia constituyó a tal efecto, para la renovación de los primeros protocolos que se habían dispuesto hasta entonces sobre los abusos a menores. El informe «Propuesta normativa sobre abusos de menores» elaborado por la Comisión fue presentado por el Presidente de la Comisión el prematuramente fallecido, el Obispo de Astorga Mons. Juan Antonio Méndez.

El trabajo realizado cristalizaba en el documento de estudio o borrador del texto sobre sobre la protección de los menores y personas vulnerables, y se ha elaborado teniendo presente la Carta apostólica en forma de Motu proprio «Vos estis lux mundi» (7 mayo 2019), del papa Francisco, sobre la renovación de la legislación universal de la Iglesia en materia de protección de menores y personas vulnerables. El documento en estudio, cuyo objetivo es contar con un vademécum que oriente los procedimientos que han de ponerse en marcha para lograr la mencionada protección, ha sido elaborado por la Junta Episcopal de Asuntos Jurídicos y se presentó al debate de los obispos en la Asamblea plenaria del 12-18 noviembre de 2019.

Cualquiera puede ver que la preocupación por los sacerdotes y el ejercicio del ministerio sacerdotal por parte de los obispos ha sido continuada, como lo dejan ver estos documentos a los que nos estamos refiriendo, los cuales no son documentos aislados en el ámbito de la reflexión sobre el estado del clero y el desarrollo del ministerio pastoral. A todos los obispos diocesanos nos preocupa personalmente el estado del clero en nuestra Iglesia particular, que, por lo demás, tampoco es una situación aislada, sino contextuada por cuanto sucede en la Iglesia y está siempre afectada por la cultura y la práctica social de países enteros. Lo vemos prestando atención a la toma de decisiones que se producen en contexto culturales y geográficos marcados por fenómenos que uniforman la manera de pensar y actuar de minorías influyentes sobre las mayorías creando distorsiones graves repercuten sobre el estado de comunión de las Iglesias diocesanas. Ejemplos determinantes de la situación eclesial los tenemos en las consecuencias de los abusos de clérigos en los Estados Unidos, después de lo sucedido en Irlanda, y su proyección sobre la situación de la Iglesia en Chile provocada por los acontecimientos que se han venido sucediendo, con graves consecuencias para el aprecio estadístico de la Iglesia por parte del pueblo fiel y de la sociedad en general en un país mayoritariamente católico como Chile, que ha visto cómo pierde suelo social y arraigo la Iglesia como consecuencia de los graves hechos sucedidos y la agresión injustificada de la Iglesia por grupos sociales que han tomado lo sucedido como pretexto para una oposición frontal a la Iglesia.

Hay, pues, fenómenos sociales que afectan de modo especial a la vida de la Iglesia, como lo evidencia el caso de los abusos, aunque el porcentaje sea muy inferior (en Europa menos del 3% según datos estadísticos recientes) al de otros colectivos sociales, ya que se trata de un gravísimo problema que afecta a la sociedad en su conjunto. El debilitamiento que estos fenómenos provocan en la imagen de la Iglesia repercuten sobre la propia vida de la Iglesia y dificultan la evangelización, o bien la condicionan al tener que afrontar una crítica social que no encuentra plena justificación en la estadística de los hechos. No sólo esto, cara a la acción ad extra de la Iglesia, sino que puede asimismo dar lugar, como de hecho está sucediendo, a mirar críticamente el celibato de los sacerdotes en la Iglesia católica latina, e incluso a cuestionar los principios sólidamente fundados en la tradición de fe apostólica que rigen la moral. Basta tener presente, para corroborarlo, las propuestas de modificación de la vida de la Iglesia que se pretenden introducir en algunas Iglesias locales, acomodando la moralidad de la conducta a la mentalidad de una sociedad que se aleja de la fe cristiana. Todo lo cual equivale a someter al imperativo de sectores ideológicamente fuertes e influyentes en la sociedad, por el poder que ostentan sobre la creación de opinión y su influjo en la elaboración de las leyes por los parlamentos y modificación del orden jurídico de sociedades que la sociología califica de «genéticamente» cristianas.

Así, pues, los obispos se vienen ocupado del estado espiritual del clero y de la situación personal de los sacerdotes en tanto que afectados por la cultura y la práctica social de nuestro tiempo. Este condicionamiento de la conducta de las personas y de las familias, al cual debería hacer frente el sacerdote dueño sus decisiones, pero vemos que no es así, sino que es arrastrado por dicha influencia, pone de manifiesto la debilidad psicológica de los jóvenes sacerdotes de manera especial. Esta debilidad genera estados de ansiedad que neutralizan su misma capacidad de actuación; sobre todo, es el caso más manifiesto, cuando el sacerdote ha de mantener decisiones que exigen no sólo enfrentarse al medio social, sino orientar contra corriente a los fieles; es decir, cuando hay que hacerlo de modo continuado para mantener la propia misión evangelizadora y de confirmación de la «vida en Cristo Jesús» sin asimilación al mundo.

 

 

 

 

Alcance del Plan pastoral y Cartas del Obispo, al servicio de clero y pueblo de Dios

 

Con el propósito de analizar este estado de cosas y orientar al clero escribí la Carta pastoral «Llamados al ministerio del Evangelio» (19 marzo 2019).  Espero haber arrojado alguna luz sobre el complejo de elementos existenciales y sociales que convergen en la situación del clero en general y de qué modo la nueva Ratio fundamentalis formationis sacerdotalis quiere salir al paso de algunas dificultades y abrir al lector a la comprensión acorde con la naturaleza teológica del ministerio ordenado, de su vivencia y de su necesaria alimentación espiritual, porque sólo así se podrán alcanzar otros objetivos para los cuales Cristo instituyó el ministerio sacerdotal: su proyección evangelizadora mediante el anuncio de la salvación y la predicación, y su insoslayable servicio a la santificación del pueblo de Dios.  En definitiva, la carta pastoral no ha querido ser otra cosa que orientación magisterial del Obispo al servicio de la identidad y la recuperación gozosa del ejercicio sacerdotal.

A los mismos objetivos, en el marco amplio de reflexión suscitado por el centenario de la Carta apostólica sobre las misiones «Maximum illud» del gran pontífice Benedicto XV, he querido orientar el nuevo Plan pastoral «Ser Iglesia en conversión misionera» (Almería, 22 agosto 2019), acompañándolo con la nueva Carta pastoral «Iglesia para la misión» (22 agosto 2019). Para el logro de sus frutos estos trabajos del Obispo requieren dedicación de todos los agentes de pastoral, imposible sin el concurso de los presbíteros y el auxilio de los diáconos. El Plan pastoral ha requerido un intenso trabajo de coordinación de criterios y objetivos. Es necesario llevarlos a la oración y a la lectura reflexiva, debatir sobre el alcance de sus propuestas en los arciprestazgos; y, en definitiva, secundar de este modo de forma sinodal, como quiere el Papa Francisco, es decir, en acción corresponsable, la acción misionera; es decir, evangelizadora de la Iglesia y su propio gobierno pastoral. Precisamente, para comprender la realidad y el significado de la sinodalidad en la Iglesia es muy provechosa la lectura y el diálogo sobre el nuevo documento de la Comisión Teológica Internacional sobre una materia tan recurrente como poco bien comprendida en algunos foros eclesiales, pues como el Papa mismo decía en la audiencia que concedió a los miembros de la Comisión no se trata de ver qué piensa mediante encuesta la mayoría, porque la sinodalidad requiere el concurso y primer protagonismo del Espíritu Santo, sin el cual no hay sinodalidad, es decir, sin la permanencia en la fe de la Iglesia y sin su impulso e inspiración no se puede apelar a la sinodalidad[5].

La ideología de género y la defensa de la antropología revelada, educación católica y la pastoral educativa, y la programación universitaria las ciencias eclesiásticas

Esta atención al clero la han completado los obispos con la atención debida a la programación y desarrollo de los estudios de la Teología y las ciencias eclesiásticas, sector sobre el que tiene autoridad superior la Congregación para la Educación Católica. A este dicasterio pontificio se debe el reciente documento sobre la antropología revelada y la cuestión de la ideología de género, titulado «Varón y mujer los creó» (1919)[6]. Mencionaré algunos de los documentos de los últimos dos años que han girado en torno a la nueva mentalidad dominada por un feminismo beligerante, con el cual algunas minorías pretenden imponer una antropología por entero contraria a la antropología revelada. Un hecho grave, si se tiene en cuenta que la revelación divina es el pilar fundamental sobre el que se sostiene la visión del hombre y de la mujer que dimana de la historia de la salvación, sostenida sobre la igualdad de los sexos al mismo tiempo que la defensa de su diferenciación (“igualdad en la diferencia”). Para afrontar el reto, los obispos han estudiado un importante documento sobre la ideología de género preparado por la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida: «Estudio sobre la ideología de género y su traslación a proyectos legislativos en España» (Asamblea plenaria, 20-24 noviembre 2017).

La influencia de la ideología de género en la educación católica es manifiesta, por eso hacía falta parar mientes en la proyección hacia el futuro de la Iglesia que adolescentes y jóvenes adoctrinados en esta ideología puede tener. Como no es tema único, sino que está de fondo la identidad misma de la educación católica. Por eso pareció de especial interés dedicar tiempo a la reflexión «Sobre el estado de la educación católica en España» (Asamblea plenaria, 20-24 noviembre 2017).

Del mismo modo la preocupación por la correcta programación de los estudios eclesiásticos llevó a la CEE a examinar las consecuencias de la nueva «Constitución apostólica sobre las Universidades y Facultades eclesiásticas Veritatis gaudium (29 enero 2018)», que había de entrar en vigor el primer día del curso académico de 2018-2019. Esto me llevó a presentar unas breves reflexiones en el discurso de apertura del presente curso sobre el alcance para los Centros de Estudios Teológicos o Eclesiásticos dependientes de las Facultades de Teología y para los Institutos Superiores de Ciencias Religiosas. Por pocos seminaristas que tengamos, no podemos volver el completo alejamiento del Seminario Mayor de la vida de la diócesis, permanente referencia de la formación tanto sacerdotal completa del clero en sus diferentes dimensiones, entre las cuales se encuentra la formación intelectual sin la cual los sacerdotes no podrán afrontar las condiciones culturales y sociales de nuestro tiempo.

Del mismo modo, la formación requerida para los profesores de Religión y la capacitación necesaria de los agentes pastorales tienen que ser atendidas en una diócesis que pretenda responder a los retos de la nueva evangelización de la sociedad. Por esto mismo, los obispos volvieron a ocuparse de la Declaración Eclesiástica de Competencia Académica (DECA) en la Asamblea plenaria de primavera del mismo curso pastoral (16-20 abril 2018). Podemos decir con satisfacción que la puesta en marcha de la telemática para atender a tan necesaria capacitación del profesorado de Religión está dando unos buenos resultados, con una afluencia significativa de alumnos en el presente curso.

Formación permanente del clero

Para terminar con la necesaria atención al clero es de interés destacar que la Formación permanente es tan obligada que ningún sacerdote debería sustraerse a ella. La FP ha sido re-contextuada en la última Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis, como hemos expuesto con frecuencia, tema que capitalizó la reflexión de Navidad del año pasado[7]. Seamos conscientes de que la PF responde a la propia necesidad que tiene el sacerdote de mantenerse capacitado para el ejercicio de su ministerio; en definitiva, estando a la altura de la problemática teológica y moral, igual que social y cultural en general, para poder predicar y ejercer el ministerio pastoral. Es censurable el alejamiento de algunos sacerdotes de las sesiones de FP, contra la voluntad de la Iglesia y la responsabilidad moral personal.

Para secundar la preocupación por el estado del clero y volver sobre cuestiones de carácter fundamental la FP del pasado curso pastoral estuvo por entero dedicada a la mejor comprensión teológica y vivencia espiritual del sacerdote. Todos deben ser conscientes tanto del esfuerzo que la diócesis realiza como de los recursos que se programan y el compromiso personal de preparación y agenda de los ponentes. Vuelvo a insistir en la obligatoriedad de la FP y en su insoslayable complemento: la asistencia a los retiros espirituales y la práctica de los Ejercicios espirituales.

Por lo demás, la FP tiene sus propios registros, ya que se destina un programa y una agenda propia al clero con especial dedicación a los presbíteros, un programa y agenda propia para los diáconos permanentes y los candidatos seguros al diaconado permanente, y un programa de especial atención a los sacerdotes que han sido ordenados en los cinco últimos años, el quinquenio por el que van pasando los neo-sacerdotes. Es obvio que también se hace la programación espiritual que acompaña estos programas de la formación permanente.

La preocupación por el laicado y su proyección apostólica. El Congreso de Laicos

Los obispos españoles, han reflexionado sobre el estado del clero junto con otros temas objeto de preocupación y análisis en orden a la acción pastoral en las Iglesias diocesanas. En este sentido la preocupación por la formación cristiana del laicado, que animó hace unos años a poner en marcha el Itinerario de formación cristiana para adultos, un trabajo concebido en la Comisión Episcopal para el Apostolado Seglar (CEAS), de cuya dirección se responsabilizó el ya fallecido arzobispo de Zaragoza Mons. Elías Yanes. El Itinerario ha llegado a la docena de volúmenes, con la finalidad de contribuir a la mejor formación de los cristianos conscientes de la fe que profesan, particularmente es muy útil a los apostolados asociados sin mayor distinción entre tendencias y carismas, ya que con este proyecto de formación se trata de transmitir los contenidos de la fe, ahondar en su vivencia y proyectar la existencia del seglar al testimonio de la fe, alentando la presencia pública de los cristianos en su propio medio y estado[8].

Con el deseo de contribuir al estímulo apostólico del laicado en la compleja realidad de la sociedad de nuestro tiempo, la CEAS ha propuesto a la Asamblea de Obispos la puesta en marcha del anunciado Congreso de Laicos, que ha recorrido las fases de configuración en la propia Comisión y en el debate de los obispos, y que ha tenido en estos meses su etapa diocesana de preparación. En la presentación del Congreso que la CEAS hacía a los obispos en la última Asamblea plenaria de primavera (1-5 abril 2019), lo situaba dentro del marco del Plan pastoral 2016-2020 de la Conferencia, en el cual se prevé para el último año del Plan pastoral (2020) «un gran encuentro eclesial a nivel nacional»[9]. Estos días se nos ha entregado el Instrumentum laboris o Instrumento de trabajo para la preparación del Congreso nacional de Laicos, que lleva por título «Un laicado en acción. Vivir el sueño misionero de llegar a todas las personas» (19 diciembre 2019).

El desarrollo del Congreso exige su propia logística, por ello se basará en un quorum representativo en el cual el reparto de plazas ha sido calculado con voluntad de lograr una representación equilibrada de realidades apostólicas laicales y de vida cristiana existentes, resultando una asignación de 20 miembros participantes en el caso de nuestra diócesis, dada la imposibilidad de realizar un congreso masivo sin forma orgánica y teniendo en cuenta el costo de su desarrollo. La fase preparatoria ha tenido como objetivos el su proceso de información, viajes y encuentros de los responsables bajo la dirección de nuestro Delegado para el Apostolado Seglar y la organización del encuentro diocesano de los participantes en una jornada dedicada a los objetivos del Congreso, metodología y desarrollo del mismo. Este encuentra tiene tras de sí la toma de posiciones y reflexión de las distintas realidades apostólicas y de vida cristiana de la Iglesia diocesana.

Esperamos que la solución dada a la logística que el congreso plantea resulte satisfactoria, pero lo más importante es que las conclusiones a las que llegue este congreso ayuden a movilizar al laicado, para que sea efectivo en las condiciones de nuestra sociedad el compromiso eclesial de los seglares con la nueva evangelización, para que pastores, religiosos y religiosas y fieles laicos seamos capaces, bien cohesionados, de dar el testimonio de Cristo que el Señor quiso para su Iglesia.

La reorganización de la Conferencia Episcopal y la de nuestra Curia diocesana

La reorganización del organigrama de la Conferencia Episcopal, que nos viene ocupando casi tres años ha encontrado, una encontrado una propuesta final que se presenta a la Santa Sede para la recognitio, que lleva consigo no sólo la renovación del organigrama, sino también la aprobación de unos nuevos Estatutos. No se ha tratado de lograr tan sólo una cierta racionalización del complejo organigrama de una Conferencia Episcopal como la de España, que cuenta miembros numerosos, sino de ver de qué modo la acción orgánica de los obispos cuenta asimismo con un instrumento adecuado para la acción pastoral de cada obispo en su Iglesia particular. La preparación de esta renovación estatutaria de la CEE no sólo ha contado con una debatida, que ha contribuido a un debate amplio y la correspondiente maduración del tema durante un tiempo suficiente, sino que ha contado también para tal objetivo con la celebración de un gran congreso, que ha tenido lugar en la Universidad Pontificia de Salamanca, con motivo del quincuagésimo aniversario de la creación de la Conferencia sobre la naturaleza de las conferencias episcopales, su función y alcance de sus decisiones y magisterio[10].

Hemos querido tener presente la reforma emprendida por el Papa Francisco para la Curia Romana, combinar la presencia de comisiones necesarias y provincias eclesiásticas, para lograr una mejor representación de los obispos en los organismos de la Conferencia. En este sentido, también nosotros hemos querido modificar algunos de los organismos de la Curia episcopal de nuestra diócesis, con el mismo propósito a nuestro nivel: lograr una representación adecuada de las realidades eclesiales de una diócesis. Después de haber modificado el organismo que se venía ocupando de animar y dar organicidad a la acción del Apostolado seglar juntamente con la piedad popular, que se confió estos años atrás a una Vicaría episcopal, me ha parecido, con el necesario contraste de pareceres, que la piedad popular, tal como la concibe el Papa Francisco requería una mayor representación por sí misma. El Papa viene insistiendo en el valor evangelizador de la piedad popular desde el comienzo de su pontificado romano, y fundamenta la llamada de atención pastoral a la piedad popular en hecho cultural que lleva consigo como forma y medio de inculturación de la fe. Dice a tal propósito: «El ser humano “es al mismo tiempo hijo y padre de la cultura a la que pertenece” (Juan Pablo II). Cuando en un pueblo se ha inculturado el Evangelio, en su proceso de transmisión cultural también transmite la fe de maneras siempre nuevas (…) Aquí toma importancia la piedad popular, verdadera expresión de la acción misionera espontánea del Pueblo de Dios. Se trata de una realidad en permanente desarrollo, donde el Espíritu Santo es el agente principal»[11].

Teniendo presente el pensamiento del Papa y la realidad objetiva de lo que representa entre nosotros secularmente la piedad popular, hemos creado una Delegación episcopal a las hermandades y cofradías, los santuarios y peregrinaciones, dándole su autonomía, debidamente coordinada con los demás organismos, pero sobre todo con el referente de coordinación que es la Vicaría episcopal para la Acción Pastoral. Esto nos ha llevado a organizar también de manera autónoma y asimismo bien coordinada en la misma Vicaría la Delegación episcopal para el Apostolado seglar, agrupando en ella las realidades apostólicas y de vida cristiana del laicado, los carismas que dan forma y figura al Foro de Laicos, para que este último logre un funcionamiento orgánico, a cuyo servicio se elaboró en su día el nuevo Reglamento de este Foro.

Juntamente con estas modificaciones de la estructura de la Curia, se ha querido reorganizar las oficinas de nuestra Curia, que ahora se agrupan, independientemente de a quién se confían. Entre ellas, hemos creado dos nuevas oficinas: la «Oficina de Protección de Datos», exigida por la ley civil y canónica; y la «Oficina para la protección de los menores y personas vulnerables», siguiendo las orientaciones de la Santa Sede. Estas nuevas oficinas se suman a las existentes, entre las cuales se incluye la Oficina para los proyectos de nueva planta y restauraciones, hasta ahora atendida por Asuntos económicos o Patrimonio cultural de la Iglesia y entendida más que nada como una función compartida. Por esto, es necesario hacer la siguiente matización a la hora de ver en la nueva agenda el desplegable del organigrama diocesano: los contenidos de acción pastoral que se enumeran no responden todos al cargo que tenga el responsable de los mismos. Es decir, un Vicario episcopal puede ser de un determinado territorio o de un sector de acción pastoral, y al mismo tiempo tener la responsabilidad de dirección y funcionamiento de organismos diocesanos que se agrupan en secretariados y oficinas. Sucede así porque, dada la necesaria preparación y número de personas que responsan de todos y cada uno de los cometidos pastorales o de gestión administrativa, no todos ellos pueden ser desempeñados en exclusiva por un agente pastoral o administrativo sin otra ocupación, ya se trate de clérigos, religiosos y seglares, sino que es frecuenta que una sola persona tenga que ocuparse de diversos servicios que requiere organismos diferentes.

Encuentro de Obispos de los países del Mediterráneo

El próximo mes de febrero, a iniciativa de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), hemos sido invitados a participar en un gran encuentro de Obispos de los diversos países del Mediterráneo. La situación del Mare Nostrum se ha tornado harto difícil de gestionar humanamente por los movimientos de población del Norte de África y del Oriente Próximo intentando cruzar las aguas del mar hacia Europa. La manipulación por las mafias de los emigrantes y contingentes de personas que pretenden cruzar el mar representa una compleja realidad humana, ante la cual no podemos menos de ocuparnos con voluntad fraterna y solidaria. Sin embargo, no se ha encontrado una determinación firme, por parte de los países de origen de los migrantes y de la Unión Europea, para combatir las mafias en su propio terreno, ni la colaboración entre los países de origen de los migrantes y los países receptores y/o de tránsito. Las mafias explotan a miles de personas pobres, desfavorecidas por la situación económica y social de países enteros, las guerras regionales y los ataques de los terroristas, quedando los emigrantes expuestos a los duros avatares que lleva consigo el cruce ilegal del mar. Las aguas del Mediterráneo se han convertido en una grave amenaza para la vida de miles de seres humanos que intentan cruzarlas hacia Europa.

El objetivo de este encuentro no se centra exclusivamente en los movimientos de migrantes, sino en la compleja realidad pastoral de este teatro geo-político, comercial y cultural, con sus avatares humanos que es el escenario mediterráneo. Por ello el tratamiento de las cuestiones que se han de abordar es propiamente pastoral, partiendo de la invitación de los obispos italianos a representantes de las Conferencias Episcopales y de la Iglesias orientales de los países apostados en la cuenca del Mediterráneo, se pretende entablar un «diálogo fraterno y considerar juntos las alegrías y fatigas que viven los pueblos de nuestro “gran lago Tiberiades”, abriendo al público, a los medios y algunas instituciones una sesión»[12].

El instrumento de trabajo que los organizadores del encuentro han presentado plantea los interrogantes pastorales que emergen de la compleja realidad humana del Mediterráneo, que no se reduce por tanto a una zona geográfica ni a un mero escenario geopolítico. Es en este marco humano, en el que se entrecruzan el comercio histórico y presente, los desplazamientos de las poblaciones, el intercambio cultural y la inspiración espiritual de las religiones en el cual hay que situar la acción pastoral que el Mediterráneo está pidiendo a las Iglesias diocesanas, de manera, sin duda, más urgente a las más afectadas por el fenómeno social de la inmigración, pero no sólo por tal motivo. Los obispos verán, sin duda, qué es posible hacer a las Iglesias y cuál ha de ser la actitud de los cristianos ante una realidad que constituye la actualidad de cada día. La responsabilidad moral de los Estados, la actitud fraterna y caritativa de las Iglesias están en juego, pero las soluciones que competen a la autoridad de los Estados no pueden ser sustituidas y desplazadas por el esfuerzo de los ciudadanos y de la Iglesias para crear vías de solución. En lo que las Iglesias puedan hacer entra asimismo en juego el diálogo ecuménico y el entendimiento con las religiones no cristianas, particularmente con el islam, es decir, el diálogo interreligioso.

De España hemos de participar cinco obispos del área del Mediterráneo, por decisión de los demás obispos. Quiera el Señor que este encuentro, que se celebrará en la ciudad italiana de Bari, donde reposan los restos de san Nicolás, nos ayude a lograr el necesario concurso de los cristianos que ayude también a tener un mejor conocimiento y una mejor percepción de la urgencia de acciones pastorales y evangelizadoras ajustadas a la realidad humana del mediterráneo.

Conclusión

Damos gracias a Dios por el año que termina y le suplicamos su perdón misericordioso por cuanto hemos hecho mal o hemos dejado de hacer bien, al tiempo que le pedimos nos asista con su santo Espíritu para afrontar el nuevo año de gracia del Señor. La nueva evangelización nos urge y hemos de renovar afianzados en la certeza de la fe la convicción de que Cristo Jesús está con nosotros hasta el final de los tiempos, y que su palabra no pasará. Él siempre está con nosotros en los caminos de la predicación del Evangelio y se hace presente en la fracción del pan eucarístico, para que tengamos vida.

Queridos hermanos sacerdotes y diáconos, para vosotros y vuestras comunidades deseo las bendiciones de Dios. Feliz Navidad.

 

Seminario Casa de Espiritualidad «Reina y Señora»

Aguadulce-Roquetas de Mar, 23 de diciembre de 2019

 

+ Adolfo González Montes

Obispo de Almería

 

 

 

 

 

[1] Benedicto XVI, Carta encíclica sobre la esperanza cristiana Spe salvi (30 noviembre 2007), n. 1.

[2] Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium [=EG] (24 noviembre 2013), nn.76-109.

[3] Francisco, Exhortación apostólica sobre la llamada a la santidad en el mundo actual Gaudete et exultate (19 marzo 2018), nn. 36-46 (gnosticismo); 36-62 (pelagianismo).

[4] EG, n. 93.

[5] Comisión Teológica Internacional, La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia (2 marzo 2018).

[6] Congregación para la Educación Católica, «Varón y mujer los creó». Para una vía de diálogo sobre la cuestión del “Gender” en la educación (2 febrero 2019), documento que la Congregación agrega a los emitidos sobre la materia de educación sexual. Como complemento de lectura y estudio es recomendable la miscelánea L. Melina / S. Belardinelli (eds.), A mare nella differenza. Le forme della sessualità e il pensiero cattolico: Studio interdisciplinare (Siena / Ciudad del Vaticano  2012).

[7] Cf. Mons. A. González Montes, «Discurso al Clero en la felicitación de Navidad», Boletín Oficial del Obispado de Almería 26/10-12 (2018) 593-605.

[8] Cf. Conferencia Episcopal Española / Apostolado Seglar (CEAS), Itinerario de formación cristiana para adultos, vol. 0.  Ser cristianos en el corazón del mundo. Presentación y Guía del acompañante, dirigido por E. Yanes Álvarez (Madrid 2008). Se trata del volumen dedicado a exponer las características del itinerario, los objetivos y estructura, metodología, función de los acompañantes y temas.

[9] Conferencia Episcopal Española /CVI Asamblea plenaria, La Iglesia en misión al servicio de nuestro pueblo. Plan pastoral 2016-2020 (Madrid 2015), II.1: Boletín Oficial de la Conferencia Episcopal Española 29/96 (2015) 85107, aquí 100.

[10] Cf. las actas de este congreso en J. Núñez Regodón-G. Tejerina Arias (eds.), Conferencias episcopales. Orígenes, presente y perspectivas. A los 50 años de la creación de la Conferencia Episcopal Española (Madrid-Salamanca 2017).

[11] EG, n. 122.

[12] Testo di Lavoro «Mediterraneo, frontera di pace. Incontro di riglessione e di spiritualità», prsentado por la CEI en la CCL Reunión de la Comisión Permanente de la CEE (Madrid, 24-25 de septiembre de 2019).

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