Palabras de salutación del Vicario General a Don Antonio Gómez Cantero, Obispo de Almería, en la Eucaristía por el primer aniversario de su toma de posesión

Querido Don Antonio, padre y pastor, obispo de nuestra Diócesis de Almería
Estimados señores obispos, Cabildo de la Catedral, Vicario de Pastoral y Evangelización, Canciller Secretario General, Vicario General de Palencia
Hermanos Sacerdotes de nuestra diócesis y de diócesis hermanas que habéis venido para estar junto a nosotros en este día; religiosos, religiosas; autoridades civiles y militares;
Un saludo muy especial a los familiares y amigos de don Antonio que desde otros lugares de España os habéis desplazado para acompañarle en esta tarde, hermanos todos en el Señor:
Hemos sido congregados junto al altar del Señor en esta Iglesia Madre de la Diócesis para celebrar la Eucaristía que siempre es acción de gracias, pero que en este día nuestra gratitud al Señor tiene un eco especial: celebramos el primer aniversario de la presencia de nuestro obispo don Antonio caminando entre nosotros. Hace un año, en este mismo lugar, era recibido el nuevo pastor como Obispo Coadjutor. La Diócesis de San Indalecio iniciaba con alegría y esperanza una nueva etapa en este camino milenario de la fe. Lo hacíamos en un contexto de limitaciones de aforo, lo que hizo que muchos diocesanos que deseaban estar junto al nuevo obispo no pudiesen hacerlo; un año después, las puertas de esta catedral se abren para que todos aquellos que habéis querido y podido venir. Quiero dar gracias a los que con tanto cariño y dedicación habéis preparado esta preciosa celebración.
Nos dice el Concilio Vaticano II sobre los obispos que «En el ejercicio de su oficio de padre y pastor sean los obispos en medio de los suyos como los que sirven; buenos pastores, que conocen a sus ovejas y a quienes ellas también conocen; verdaderos padres, que se distinguen por el espíritu de amor y solicitud para con todos y a cuya autoridad, conferida, desde luego, por Dios, todos se someten de buen grado. De tal manera congreguen y formen a la familia entera de su grey, que todos, conscientes de sus deberes, vivan y actúen en comunión de caridad» (CD 16).
En este primer aniversario damos gracias al Señor por usted, don Antonio, verdadero padre, que en este año nos ha demostrado un verdadero espíritu de solicitud para con todos y que día a día, estirando el tiempo en su agenda, va conociendo a su rebaño, por su nombre, y su rebaño le va conociendo y queriendo cada vez más a usted. Su familia en Carrión de los Condes, el seminario de Palencia, como seminarista y como formador y rector, la acción católica, el movimiento junior, la querida parroquia de San Lázaro, la diócesis de Teruel y Albarracín… fueron el crisol del corazón de un padre y un pastor. Usted, don Antonio, en palabras del papa Francisco, huele a oveja.
Hace algo más de un año, era usted el obispo de Teruel y Albarracín. He podido comprobar en primera persona lo muy querido que es usted en aquellas tierras, por todos, cercanos a la Iglesia y lejanos. Un día el Santo Padre le pide que venga hasta el sur de la piel de toro para pastorear una Iglesia particular, con algunas particularidades. Y así lo hizo. Desde la obediencia, desde el amor a la Iglesia y con un corazón generoso y decidido a servir. Hoy damos gracias a Dios por su generosidad con nosotros. Hoy damos gracias a Dios por usted, pues hemos sido bendecidos por Dios una vez más.
Como los discípulos de Emaús, nuestra Iglesia camina en el contexto de unos tiempos complejos. Jesús se acercó a los discípulos sabiendo que el Viernes Santo había dejado una honda huella en ellos; ciertamente estaban heridos y decepcionados. Aquel Viernes Santo dejó a la comunidad de los discípulos desorientada y dispersa. Aquella experiencia pesaba mucho en su memoria. Pero las palabras de Jesús animaron su corazón, les llenaron de consuelo y esperanza; y tras haber reparado el dolor del Viernes Santo por medio de una nueva mirada creyente, la Eucaristía y la comunión sellan la fe y la esperanza que les impulsarían a la misión. No podría haber elegido usted mejor lema y mejor emblema para su sello episcopal, don Antonio.
Tiene usted por delante un gran reto y también una misión apasionante. Las dificultades son grandes, el camino es largo. Pero sabemos que para usted la clave no es la longitud del camino o la dificultad de los obstáculos; si nos quedásemos en eso no saldríamos del Viernes Santo. La clave es quien nos acompaña en el camino; y está claro que en este camino nos acompaña el mismo Cristo. Y en medio de nosotros, ni delante ni detrás, sino en medio, usted, quien hace presente a Cristo como padre y pastor de esta diócesis. Y junto a usted quienes queremos dejar que la Palabra de Cristo haga arder nuestro corazón para amar más y para testimoniar mejor en la evangelización de una tierra y de unas buenas gentes que quizás se están alejando de Dios. Este último es el gran reto, el verdadero reto: la misión, la evangelización. La historia de nuestra diócesis, desde san Indalecio, es una historia de evangelización, también historia de testimonio martirial. Y esta historia hoy camina de su mano, don Antonio. Aquí nos tiene, a su lado, como hijos y hermanos.
Termino con una cita suya, toda una declaración me atrevería a decir que programática de su ministerio pastoral entre nosotros, en esta Iglesia que desde hace un año es la suya:
«esta historia va de caminos,
de trazar puentes, de unir orillas que nos separan,
de allanar senderos para que todos, sin distinción,
nos podamos acercar a Cristo,
y acompasar a su paso el corazón»
Ignacio López Román, Vicario General
Almería, 13-03-2022