# Palabras de Clausura de las I Jornadas «Católicos y Vida Pública»
Palabras de Clausura de las I Jornadas «Católicos y Vida Pública»
Sr. Vicario episcopal para la Ciudad y zona centro;
Sr. Alcalde de Roquetas de Mar;
Miembros de la Asociación Católica de Propagandistas;
Participantes en estas Jornadas;
Señoras y señores:
Al terminar las primeras Jornadas de «Católicos y Vida pública» celebradas en Almería, quiero agradecer la organización de las mismas tanto a la Asociación Católica de Propagandistas como a la Delegación Episcopal para la Pastoral de la Cultura y la Vicaría episcopal para el Apostolado seglar de la diócesis. Mi agradecimiento también al Ayuntamiento de Roquetas y a su Alcalde por la acogida hospitalaria de siempre y su ayuda en la organización de estas Jornadas.
Comenzaré, por lo demás diciendo con relación a los organizadores de las Jornadas, que con la iniciativa de la Asociación Católica de Propagandistas hemos comenzado una experiencia que es punto de partida para futuras actuaciones conjuntas, como espero. Tengo la convicción de que con acciones de esta naturaleza se estimula tanto el diálogo entre fe y cultura como la acción apostólica de los seglares en la sociedad actual, objetivo de gran importancia con miras a la nueva evangelización de la cultura y de sociedad.
Los seglares han de participar de la vida de la Iglesia con el protagonismo que les es propio, presentes en los diversos niveles o ámbitos de acción dentro de la Iglesia, pero no podemos dejar de observar que el Concilio les señaló un campo propio de acción, al declarar que “el apostolado de los laicos es una participación en la misión salvadora de la Iglesia”; añadiendo que “todos están destinados a este apostolado por el Señor a través del bautismo y de la confirmación” (LG, n. 33b). Por esta razón, aunque el Concilio señala también, con agradecimiento, las tareas de suplencia por falta de ministros que realizan ciertos laicos (LG, n. 35), no deja de señalar que el ámbito específico de su apostolado son las realidades temporales: “A ellos de manera especial les corresponde iluminar y ordenar las realidades temporales, a las que están estrechamente unidos, de tal manera que éstas lleguen a ser según Cristo, se desarrollen y sean para alabanza del Creador y Redentor” (LG, n.31b).
Esta doctrina es bien conocida por los laicos católicos comprometidos con su propia participación en la misión apostólica de la Iglesia; y son muy conscientes de aquellas otras palabras del Concilio recogidas en el Decreto Apostolicam Actuositatem sobre el apostolado de los laicos: “Como en nuestro tiempo surgen nuevas cuestiones y se difunden gravísimos errores que intentan destruir, desde los cimientos, la religión, el orden moral y la misma sociedad humana, este santo Sínodo exhorta de corazón a los laicos a que, cada uno según sus cualidades y sus conocimientos, asuma, en conformidad con el pensamiento de la Iglesia, una función más activa en la tarea de profundizar en los principios cristianos, en la de defenderlos y en la de aplicarlos a los problemas actuales” (AA, n. 6d).
Uno de los campos en que se difunden algunos de los errores más graves de nuestro tiempo es el de transmisión y reproducción de la vida humana. Así, algunos de los métodos desarrollados por la biotecnología no sólo ofenden la dignidad de la persona humana, sino que resultan atentatorios contra la misma vida, como es el caso de la manipulación de embriones y la puesta en práctica de una biomedicina tendente a hacer del ser humano material útil y al mismo tiempo desechable según los casos y los objetivos que orienta y determina la producción de embriones humanos. Un capítulo que se viene a añadir al “crimen execrable y nefando” del aborto (GS, nn.27.51), verdadera plaga de nuestra sociedad. En esta práctica se manifiesta la pérdida de la conciencia moral y su extraordinaria degradación, mientras se moviliza la opinión pública mediante campañas publicitarias y se arbitran recursos para la reproducción de seres humanos con fines declarados terapéuticos y otros no declarados de naturaleza comercial. Para encubrir tal procedimiento no se duda en modificar el lenguaje y pervertir su uso ordinario ocultando la realidad de los hechos mediante el empleo de eufemismos con el objetivo de enmascarar la verdad de las cosas.
Por esta razón, no podemos menos de denunciar con toda claridad lo que entendemos no es progreso sino retroceso social y oscurecimiento de la civilización humana, aun cuando lo permitan las leyes. Por eso, también, conscientes de los grandes avances de la ciencia, hemos de trabajar para que la sociedad actual se sirva del progreso científico sin degradar las condiciones morales de la vida. Ciencia y religión no están en contradicción, porque una y otra tienen su punto de partida y el cauce de su desarrollo en la manifestación de la verdad, que el hombre puede percibir por la razón natural y, además, como don del amor de Dios por la fe.
Gracias a todos los participantes en estas jornadas, organizadores, ponentes y asistentes e interesados en ellas, por el trabajo realizado en un campo tan delicado como el de la biomedicina y la biotecnología y su relación con la ética. Hace falta información veraz y formación moral de la conciencia, para afrontar una reflexión beneficiosa para la sociedad con objetividad y voluntad de servicio a la causa del ser humano, que no puede ser otra que la misma causa de Dios, creador y consumador de la vida humana.
Tengo confianza en que estas jornadas habrán fortalecido la voluntad apostólica del laicado diocesano y ampliado un poco más su campo de acción. La cultura es también susceptible de evangelización, lo son todas las culturas, que han de ser iluminadas por el evangelio de Cristo para fructificar. En este sentido, todas las formas de apostolado tienen que tener en cuenta que la defensa de la vida se ha convertido en un objetivo prioritario y obligado en nuestro tiempo.
Muchas gracias a todos.
Aguadulce, 22 de septiembre de 2007
+ Adolfo González Montes
Obispo de Almería