Jornada diocesana «Pro Templos»
Carta a los diocesanos en la Jornada «Pro Templos»
Queridos diocesanos:
La Jornada Diocesana «Pro Templos» llega a mediados de agosto, en torno a la solemnidad de la Asunción de la Virgen María, para llamar la atención de todos sobre la necesidad de mantener las iglesias en buen estado y construir las que la comunidad cristiana necesita. En ellas se celebra la sagrada liturgia y el culto devocional, fin principal al que sirven estos edificios que dedicamos a Dios. En ellas además se concentra se conserva el patrimonio cultural histórico-artístico que habla de nuestra historia y de la identidad de la civilización cristiana.
Cuando retornan al pueblo por vacaciones los que se encuentran fuera por razones laborales y, buscando una vida mejor, se han instalado lejos del hogar en el que vinieron al mundo la iglesia del pueblo, su torre y sus campanas vuelven a llenar el corazón de nostalgia. La iglesia parroquial es un referente de la propia historia personal y desde el punto de vista del patrimonio cultural es un edificio de verdad relevante, a veces único en un pueblo por su volumen y su configuración propia. Hoy los pueblos del interior de la provincia, algunos muy despoblados, tienen dificultades para mantener sus iglesias, mientras se nos reclaman nuevas construcciones en los lugares donde se juega la producción y la economía provincial.
Mantener nuestras iglesias exige notables inversiones, en la que colaboran de modo particular los fieles con sus donaciones, las más importantes, a las que se suman las ayudas de las instituciones públicas y algunas veces las iniciativas de instituciones privadas. Pero no sólo se trata de ponderar las restauraciones que se llevan a cabo constantemente, sino del mantenimiento funcional de edificios que de otro modo tendrían difícil conservación. Son muchos los miles de millones que la Iglesia ahorra al Estado, facilitando así la perduración en el tiempo de la historia y cultura cristiana, que se manifiesta en las fiestas patronales con un acento propio en cada lugar, y que da razón de los usos y costumbres lugareños.
La Iglesia diocesana necesita los complejos parroquiales para celebrar la fe y, manteniendo con dignidad el culto católico, administrar los sacramentos; para transmitir mediante la catequesis la visión cristiana de la vida, los valores que nos identifican y promover la práctica de las virtudes morales que ayudan a cumplir mejor con los deberes ciudadanos. La educación en la fe y la práctica de la religión necesita espacios adecuados, que es necesario construir con valor artístico y funcional al mismo tiempo. Una nueva iglesia bien construida enriquece una población igual que una barriada de nueva construcción, da personalidad al urbanismo residencial tan impersonal y, por faltarle el edificio de una iglesia, un urbanismo carente de una referencia trascendente que nos recuerde el destino de la vida humana.
Hay, además, una demanda real de los fieles en aquellos barrios y lugares donde no hay templo, porque los fieles son asimismo ciudadanos y el ejercicio de la religión es un derecho que debe protegerse como un bien social. No podemos ignorar que es así, y quienes tenemos la responsabilidad de mantener en su identidad propia la comunidad eclesial, que sigue siendo extensa entre nosotros, aunque nuestra sociedad sea más plural y diversificada que en el pasado, tenemos el deber de afrontar esta demanda para que mantengamos una iglesia histórica con su propia función religiosa, y para que construyamos una nueva iglesia allí donde hace falta.
Por todo esto, queridos diocesanos y visitantes que pasáis el período vacacional entre nosotros, os pedimos la contribución que haga posible la celebración del culto y la transmisión de la fe cristiana. Vuestra generosidad no quedará sin recompensa.
Con mi afecto y bendición.
Almería, 14 de agosto de 2016
XX Domingo del Tiempo Ordinario
Vigilia de la Asunción de la Virgen María
+ Adolfo González Montes
Obispo de Almería