Homilías Obispo - Obispo Emérito

Homilía del Obispo de Almería en la Misa de los DED de preparación a la JMJ

Queridos sacerdotes, religiosas y semianristas,

Mis queridos jóvenes que os preparáis en estos días a la JMJ,

Hermanos y hermanas:

Es una gran alegría celebrar esta misa dominical con la presencia de tantos jóvenes, acompañados de la asistencia pastoral de sus sacerdotes, venidos de las Iglesias diocesanas de Módena, Italia, y del norte de África, entre ellas Orán, la antigua ciudad española con la que nos unen tantos vínculos de historia que perduran hasta hoy. Jóvenes acogidos en nuestra Iglesia diocesana de Almería para prepararse con jóvenes de nuestros grupos parroquiales y apostólicos a la gran celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid los próximos días. Confío en que todos os sintáis bien entre nosotros y que el clima cálido de nuestra costa mediterránea no os resulte duro, aunque es muy diferente el de la orilla africana del Mare nostrum.

La palabra de Dios nos ayuda a mejor comprender la universalidad de la Iglesia, en la que Dios quiere congregar a los hombres de tantas naciones. En la lectura de Isaías vemos hoy como el Señor quiere atraer a los extranjeros al Monte Santo, al monte de Sión, donde se levanta la ciudad de David, la Jerusalén terrena, símbolo de la Jerusalén del cielo o nueva humanidad. El Señor quiere alegrarlos en su casa de oración, donde aceptará sobre el altar ofrendas y sacrificios.

Cari fratelli e sorelle, amici carisimi, potete vedere come il Signore fa la construzione della nuova umanità per la convocazione al suo Monte Santo di tutti gli uomini, senza distinguere la prozedenza. Così lo diceba Pietro in casa del centurione Cornelio: “In verità sto rendendomi conto che Dio non fa preferenze di persone, ma chi lo teme e pratica la giustizia, a qualunque popolo apartenga, è a lui accetto” (At 10,34-35). La profezia d’Isaìa annuzia la Gerusaleme del cielo, simbolo dell’ umanità salvata, procedente di tutte le nazioni della terra.

Ma naturalmente, per intrare nel regno dei cieli fa bisogno della conversione, de la fede che ci permete confessare que Gesú è il portatore della salveza, l’unico che ci può salvare e che ci puo condurre verso l’incontro amoroso con Dio Padre degli uomini.

San Pablo enseña que sin fe es imposible agradar a Dios y que la fe es el principio de la justificación. El Apóstol sienta esta afirmación contundente y la desarrolla en las cartas a los Romanos y a los Gálatas. La cuestión de la fe se planteó a los primeros cristianos como cuestión decisiva: sólo la fe en Jesucristo es el camino de la salvación. El autor de la carta a los Hebreos hace un recorrido por toda la historia de Israel para decirle a los primeros cristianos, que sienten las dificultades de mantener la fe en Jesucristo ante la presión del medio ambiente, que pronto se transformará en persecución, cómo los padres de Israel, los patriarcas y luego todos los protagonistas de la historia de la salvación superaron dificultades, obstáculos y peligros gracias a la fe; y después de dar cuenta de cuántos sufrimientos hubieron de afrontar por causa de la fe, sin conseguir, sin embargo, llegar a ver la realización de las promesas, que sólo nosotros que hemos conocido a Cristo hemos podido contemplar. Nosotros hemos podido ver cómo Dios se nos ha hecho presente en Jesús, Hijo de Dios hecho carne y salvador de la humanidad.

Dans l’Évangile selon St. Matthew, qui nous a été proclamé, nous voyons que la foi est, en fait, la voie du salut, et tellement le comprenait la femme cananéenne confessant que Jésus même était le Messie d’Israël et elle l’a invoqué comme Seigneur et Fils de David, suppliant lui au même temps pour la guérison de sa fille possédée par un démon. La femme avait une foi que a fait beaucoup d’impression à Jésus lui-même, qui exclame: «Femme, ta foi est grand ! Qu’il t’arrive comme tu le veux» (Mt 15,28).

Souvent, nous voulons une foi facile, lisse, sans conséquences pour notre vie personnelle, mais la foi, dit saint Paul à ses disciples, après qu’il a été lapidée et persécuté par ses propres compatriotes juifs d’Asie mineure: «Il nous faut, disaient-ils, passer par beaucoup de détresse, pour entrer dans le Royaume de Dieu» (Act 14,22). Foi, mes chers jeunes amis, nécessite des travaux importants requis pour entrer dans le Royaume des cieux.

Con frecuencia queremos una fe fácil, sin dificultades, libre de consecuencias para nuestra vida personal, pero la fe, decía san Pablo a sus discípulos, después de haber sido apedreado y perseguido por propios paisanos judíos del Asia Menor: “Es necesario que pasemos muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios” (Hech 14,22). La fe, queridos jóvenes amigos, exige grandes trabajos, necesarios para entrar en el reino de los cielos, pero la fe en Jesús exige pasar sufrimientos para entrar en su reino. Cuando los discípulos preguntan a Jesús qué les va a dar en recompensa  por haberle seguido, Jesús les contesta prometiéndoles en esta vida el ciento por uno, con casas, hermanos, hermanas, hijos, pero “con persecuciones” (Mc 10,30). Sólo después de esta vida terrena, les espera la vida eterna.

Pero ¿qué es comparable al amor de Dios que Jesús nos ha revelado? Jesús ha venido a decirnos que, a pesar de las dificultades de esta vida, la fe nos abre al amor de Dios y en Dios hemos descubierto que el amor es el principio y el sentido de la vida. Hoy nos encontramos aquí de procedencias distintas, de naciones que, a pesar de su diferencia se unen en la misma confesión de fe en Jesús como redentor y salvador universal, también de los judíos que un día le reconocerán como Mesías y, por su retorno, dice el Apóstol, serán grandes las bendiciones que nos esperan.

Esto es lo grande y bello de la fe en Cristo: que en él los hombres nos sentimos hermanos porque nos descubrimos hijos del mismo Padre, llamados a la casa común de oración, en el Monte Santo del Señor. Vosotros, queridos jóvenes, sois los mensajeros de esta gran fraternidad en Cristo, y habéis de empezar por llevar a Jesús a vuestros amigos que están lejos de él, con palabras y con obras, con la alegría que la fe hace brotar de vuestros corazones.

Ma che cosa è paragonabile all’amore di Dio che Gesù ci ha rivelato a noi? Gesù è venuto a dirci che, nonostante le difficoltà della vita, la fede ci apre all’amore di Dio e in Dio abbiamo scoperto che l’amore è il principio e il senso della vita. Oggi siamo qui di origini storici e culturale diversi, di nazioni chi nonostante il loro differente percorso storico, sonno unite nella stessa confessione di fede in Gesù come Redentore e Salvatore universale, anche degli ebrei, la nazione eletta da Dio che un giorno reviandrá alla cognoscenza di Cristo come l’único Messia e, al suo ritorno, dice l’Apostolo, saranno grandi le benedizioni che ci attendono.

Quest è il grande e questa è la bellaza della fede in Cristo: la fede cristiana ci fa scoprire che gli uomini siamo fratelli, perché siamo diventati in Cristo verametne figli dello stesso Padre, che ci invita alla sua casa comune di preghiera nel Monte Santo del Signore. Voi, carisimi giovani, siete i messaggeri di questa grande fraternità in Cristo, e la vostra missione e quella di portare Gesù ai vostri amici allontanati da Lui, con parole ed opere, con la gioia che la fede fa germogliare a l’interno del vostro grande cuore.

Os invito a ser portadores del anuncio cristiano y como Cristo Jesús envió a los apóstoles, así os envío yo a llevar la buena noticia de Jesús resucitado a la sociedad en la que os ha tocado vivir vuestra juventud y a la sociedad del mañana que crearéis y recibirá de vosotros la fe en Cristo. Que el mismo Señor así os lo conceda por su misericordia y que la intercesión de la Virgen Madre de Dios así lo obtenga de él.

Lecturas bíblicas: Is 56,1.6-7

                               Sal 66, 2-3.5.6 y 8

                               Rom 11,13-15.29-32

                               Mt 15,21-28

S.A.I. Catedral de la Encarnación

Almería, 14 de agosto de 2011

+Adolfo González Montes

Obispo de Almería

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