Autor: Adolfo González Montes - Obispo EméritoDiscursos, Alocuciones y Otros Escritos - Obispo Emérito

# Discurso inaugural de la Exposición «Luminaria. Dos milenios de cristianismo en Almería»

Discurso inaugural de la Exposición
«Luminaria. Dos milenios de cristianismo en Almería»

Eminencia Reverendísima,
Excelentísimos y Reverendísimos
Señor Arzobispo metropolitano de Granada y Obispos de las diócesis del Sur,
Ilustrísimo Sr. Alcalde,
Ilustrísimo Sr. Comisario general de la Muestra,
Excelentísimo Cabildo Catedral,
Excelentísimos e Ilustrísimos Señores,
Señores Vicarios episcopales y Arciprestes,
Señoras y Señores:

         Es un gran honor y un motivo de honda satisfacción contar con la presencia de todos ustedes en este acto inaugural de la Exposición «Luminaria. Dos milenios de cristianismo en Almería». Sean todos ustedes bienvenidos a la Santa y Apostólica Iglesia Catedral de la Encarnación.

Es éste un proyecto largamente acariciado y sólo tras vencer dificultades diversas hemos podido llevarlo a cabo. Hoy, hecho realidad, podemos inaugurar esta muestra del patrimonio de la Iglesia de Almería contando con la amable presencia de todos ustedes. Creo interpretarla correctamente, si digo que el apoyo que ustedes representan a «Luminaria» es manifiesta estima por la obra social y cultural de la Iglesia Católica en nuestro país, expresión de la honda identidad católica de la cultura histórica de España, hoy amenazada por diversos motivos, que requerirían un análisis que aquí no podemos hacer.

Restauraciones en los torreones de Poniente y Levante

         Permítanme una presentación primero de la obra de restauración realizada en el recinto de la Catedral como marco de la exposición. Esta exposición, ciertamente, no hubiera podido realizarse sin la restauración muy necesitada y la consiguiente rehabilitación de los torreones de Poniente y Levante de nuestra Iglesia Catedral.  Durante décadas estuvieron necesitados de una intervención que los hiciera espacios idóneos para albergar, pasada esta exposición, el tesoro de la Catedral y las piezas cuya muestra reclama un museo catedralicio.

         La obra ejecutada es enteramente del Obispado de Almería con la colaboración del Cabildo y algunas ayudas que agradecemos. La intervención alcanza los 500.000 euros. Tengo la esperanza de que con la prometida intervención de Bellas Artes pueda ser llevada a cabo la reparación que demandan las cubiertas, balconadas y lienzos del Claustro y el tratamiento de la piedra. La intervención incluirá también la conocida por el nombre de su arquitecto como “Contaduría de Munar”, sita en la parte superior de este bello claustro neoclásico, el único claustro litúrgico de esta naturaleza entre las catedrales de Andalucía.

Para que nuestra Catedral fuera incluida en el Plan nacional de Catedrales, después de décadas de total absentismo de las administraciones en esta Catedral, hemos tenido que movernos bastante —por el momento parece que con éxito—, pero la obra de Bellas Artes se acometerá después de la exposición.

Se incorpora la Iglesia Catedral a la exposición

Por nuestra parte, para entonces tendremos dispuesto el marco necesario para el museo catedralicio. Tengo la seguridad de que todos sabrán apreciar el esfuerzo realizado por la Iglesia diocesana y nuestra voluntad de que las visitas a la Catedral de Almería resulten plenamente satisfactorias para cuantos nos visiten. Podrán apreciar el genio artístico de la fe cristiana y la naturaleza religiosa del arte sacro, siempre al servicio del fin litúrgico y eclesial de una catedral.

         No hemos querido servirnos del espacio entero de la Iglesia Catedral, para no interrumpir completamente el desarrollo del fin primero y principal de la Catedral, que es el culto divino. Una Catedral no puede convertirse en museo o, como se dice ahora, en contenedor cultural de carácter más o menos polivalente. Sé que los paréntesis temporales son pasajeros, pero aún así, en la Catedral está la cátedra del Obispo, de la cual recibe su nombre, y el primer altar de la Iglesia diocesana. Por esta razón nos ha parecido más conforme con la naturaleza de la Catedral la incorporación a la exposición de su fábrica y de la entera constelación de sus espacios y elementos simbólicos y litúrgicos que la convierten templo cristiano.

Esta operación, delicadamente trazada por la empresa responsable del montaje siguiendo las orientaciones del Obispo y de sus colaboradores, me parece plenamente lograda, pues el visitante de la muestra, si sigue su itinerario, desembocará en el misterio del templo cristiano; es decir, terminará por hallarse ante la manifestación y expresión sacramental del misterio de Cristo y de su Iglesia en el ámbito celebrativo de la asamblea cristiana. Un ámbito concebido para la dramática de los misterios de la fe y la mística participación en ellos de los cristianos.

         La exposición comienza en los nuevos espacios de los torreones mencionados y se abre, al llegar a la nave tradicionalmente llamada de la epístola, no sólo al abovedamiento prodigioso de la Iglesia Catedral, de sus naves y capillas, sino sobre todo al conjunto de símbolos sagrados que dan estructura al presbiterio: cancelas o púlpitos, donde es proclamada la Palabra de Dios; la cátedra del Obispo, el altar del sacrificio eucarístico y el sagrario para la reserva del Santísimo cubierto por el baldaquino que da cobijo y honor al ostensorio donde se muestra a la adoración de los fieles el Pan de Vida. La disposición de la arquitectura efímera de la exposición a modo de ventanas de amplio horizonte deja contemplar la Capilla Mayor bellamente adornada con la sucesión pictórica de escenas marianas que se sobreponen a los arcos para orlar siguiendo el ritmo de la girola el manifestador.

Preparación y realización de la exposición de doscientas veinte piezas

         Componen la muestra doscientas veinte piezas muy seleccionadas, todas del patrimonio diocesano excepción hecha de apenas una  docena de préstamos de contribución particular o de instituciones civiles.  Esta exposición se ha convertido, por este motivo, en ocasión privilegiada para el estudio y la investigación del patrimonio diocesano, sin carácter definitivo, ya que de algunas piezas no hay documentación de ningún género sino sólo la memoria colectiva de las comunidades parroquiales, que, como es obvio, puede estar equivocada. De otras la documentación es fragmentaria y los autores de las reseñas que recoge el catálogo apenas han podido contar con mejor orientación que la propia experiencia en este campo y los conocimientos acumulados por comparación. No obstante, salvo ciertos datos evidentemente discutibles sobre las piezas, el rigor de la investigación realizada supone un paso importante en orden al conocimiento y estado del patrimonio de la Iglesia en Almería.

         Por lo que acabo de decir, se comprenderá que la elaboración del catálogo de la «Luminaria» no haya sido fácil. Me cumple agradecer muy de veras el trabajo realizado por los autores de las reseñas e invitarles a seguir estudiando y aquilatando los datos con que cuentan hasta el presente. El catálogo ha sido ampliamente enriquecido con artículos y estudios que dan cuenta tanto de la historia civil como religiosa de Almería, siempre en el contexto objetivo de la historia de España. La restauración de la diócesis y la construcción de la Catedral han sido objeto de descripciones muy documentadas. La bibliografía que el catálogo ofrece es prueba fehaciente de la amplia documentación que las respalda y del esfuerzo realizado por unos y otros autores de los trabajos.

         La exposición ha contado con una primera comisión, constituida hace dos años y medio, que hizo los trabajos de campo y desbroce, que permitieron descubrir y registrar la mayor parte de las piezas. Quedo muy agradecido a sus miembros. Algunas importantes piezas, sobre todo ciertas tallas que, por su valor devocional y como es comprensible no han podido trasladarse a la exposición; otras se han caído de la lista por dificultades imponderables a la hora de determinar su traslado: su estado de conservación, la negativa de sus titulares y otras circunstancias. Terminado este trabajo de campo, que se extendió a casi dos años, en apenas seis meses se ha realizado todo lo demás: estudio y reseñas, limpieza de piezas y en bastantes casos restauración en toda regla, un trabajo realizado a conciencia y ciertamente costoso.

Por otra parte, tanto el estudio de las piezas por los autores de las reseñas como la elaboración del catálogo no hubieran sido posibles sin material fotográfico que permitiera documentar el estado real de las piezas, resaltar algunos de sus más significativos detalles: estratos de policromía, repintes, escoriaciones, craquelados, apego de películas biológicas y barnices pasmados sobre lienzos endurecidos, debilitados, rasgados o, sencillamente, desgarrados.  Unas y otras labores han requerido tiempo y generosa contribución de personas e instituciones. Más aún tenemos el propósito de continuar con los trabajos de examen y restauración del patrimonio eclesiástico apenas termine la exposición que hoy inauguramos.

Tenemos algunos acuerdos con las administraciones, que como es obvio, se han de regir por los acuerdos internacionales entre la Santa Sede y el Estado español. En este sentido, cualquier legislación regional que se quiera afrontar con éxito debe tener muy en cuenta estos acuerdos y la identidad jurídica, de alcance internacional, de la Iglesia Católica y el fin principal del patrimonio eclesiástico. Esperamos que un buen entendimiento entre la Iglesia y las administraciones permita albergar un buen futuro al patrimonio cultural de la Iglesia.

Quiénes han intervenido en los trabajos, patrocinio y financiación

Volviendo a la exposición, diré que el trabajo arduo para disponer los medios y las estructuras que han hecho posible la realización de la exposición ha recaído sobre el Comisario general de la misma, nuestro Vicario episcopal don Miguel Romera Domene y sobre él Delegado episcopal para el Patrimonio de la Iglesia, don Francisco Fernández Lao. A ambos y a mi secretario personal don Eduardo Muñoz, que ha coordinado y recompilado las reseñas del catálogo y revisado el estilo, debo particular agradecimiento. Han trabajado estrechamente conmigo en disponerlo todo para que hoy pudiéramos inaugurar «Luminaria» con tanto gozo y satisfacción. Las relaciones institucionales han estado en manos del señor Vicario general, don Tomás Cano Rodrigo. La labor de estas personas y el magnífico montaje de Cuadrifolio, competente y eficaz, empresa que ha levantado la arquitectura efímera que da marco a las piezas de la exposición, merece un particular agradecimiento, que hago extensivo a doña María del Mar López Andrés, Canciller secretaria general del Obispado.

Agradezco al Cabildo Catedral que aceptara la idea de la exposición y la haya secundado. Otro tanto he de decir del Ayuntamiento de la Ciudad, cuya generosa colaboración desde que surgió la idea de la exposición agradezco vivamente. Un agradecimiento que hago extensivo a las fundaciones de las tres Cajas que nos han ayudado al montaje y realización de la misma con su colaboración y patrocinio: Unicaja, CajaMurcia y CajaDuero; patrocinio al cual se suma el apoyo de la Diputación provincial y de diversas empresas de Asempal y de la Cámara de Comercio.

Un agradecimiento muy particular debo a sus Majestades los Reyes de España, Don Juan Carlos I y Doña Sofía, por haber aceptado la presidencia de honor de la «Luminaria» y dar así patrocinio real a la misma: Les agradezco que incluso hayan abierto su agenda a una posible visita a la misma, para llenar el hueco que aspiramos a cubrir con su presencia en la Catedral de Almería.

Idea y concepción de la exposición

Finalmente, permítanme todavía algunas palabras sobre la idea y concepción de «Luminaria». El propósito de la misma ha sido, en efecto, mostrar parte del patrimonio diocesano como memoria y testimonio al mismo tiempo de la historia del cristianismo, fuente de inspiración de la cultura de las andaluzas y mediterráneas tierras almerienses, en el amplio marco homogéneo, aun cuando diverso, de España, de sus antiguos reinos cristianos y de la realidad nacional del país.

El cristianismo ha dado inspiración religiosa a una cultura incomprensible sin él. Contra ciertas visiones fuertemente ideológicas de la historia de España hoy en boga, cumple hacer justicia a la empresa histórica de España como país cristiano. Por eso es imposible afrontar el futuro sin la memoria y la conciencia objetiva de nuestra trayectoria histórica. La construcción democrática y de futuro que todos estamos empeñados en lograr para España no podrá realizarse contra la fe cristiana. La moderna sociología de la secularización aclara que, incluso para hablar de una sociedad laica, es preciso hablar genéticamente de esta sociedad como procedente de una sociedad confesional sin la cual no puede ser explicada. La «aconfesionalidad» de una sociedad, que no la del Estado, no se puede decretar contra la índole de las conciencias y de la cultura que ha inspirado e inspira el vivir de los pueblos. Pasada la violencia impositiva que niega la realidad de los hechos sociales, éstos vuelven sobre sí mismos aunque cuantos los han padecido se hallen desorientados y ansiosamente buscadores del sentido reprimido por la ley o por la violencia.

La historia reciente de Europa es suficientemente explícita para extraer de ella lecciones de gran provecho para nuestro futuro.  ¿Por qué el empeño de negar una y otra vez la fuerza de los hechos históricos? El Papa Benedicto XVI decía anteayer mismo en la inauguración de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en el santuario de la Aparecida, que poner a Dios entre paréntesis es tergiversar la realidad de las cosas, deformar la visión de la realidad. Todo intento y  programación de la cultura de un pueblo con ánimo de sustraerla al influjo de la religión supone un desprecio de los derechos fundamentales de la persona y es, por eso mismo, contrario a la naturaleza de una sociedad democrática. Cuando es el mismo Estado el que se propone alentar una cultura sin religión reduciendo la religión a mera cultura, se expone a graves injerencias en la vida de los ciudadanos que no son de su competencia; y a la larga, la única salida es el fracaso y las heridas.

Los obispos españoles en una reciente Instrucción pastoral sobre la situación actual de España dicen, con relación al ejercicio de la religión como derecho fundamental de la persona y de la sociedad, que el cometido de la autoridades civiles es “proteger  y favorecer el ejercicio de la libertad religiosa como parte primordial del bien común y de los derechos civiles de los ciudadanos, que el Estado y las diversas instituciones políticas tienen que respetar y promover. Un Estado laico, verdaderamente democrático, es aquel que valora la libertad religiosa como un elemento fundamental del bien común, digno de respeto y protección. Forma parte del bienestar de los ciudadanos el que puedan profesar y practicar la religión que les parezca en conciencia más conveniente, o bien dejar de practicarla, sin que el Estado intervenga a favor ni en contra de ninguna de las posibles opciones, siemrpe que sean conformes con las leyes justas y las exigencias del orden público” (LXXXXVIII Asablea plenaria de la CEE, Orientaciones morales ante la situación actual de España, 23 noviembre 2006, n. 62).

En la nueva situación social de España, esta muestra se propone mostrar el hilo conductor que enlaza las secuencias históricas de la génesis y creación del patrimonio cultural de la Iglesia. En Almería, parte sustancial que fue de la Hispania romana y cristiana y del reino hispano de los visigodos ese hilo conductor de la fe recuperó su capacidad de dar cauce a la vida de una cristiandad restaurada después de la reconquista de los territorios sometidos al islam. En forma tal, que el barroco se convirtió en la expresión de un catolicismo recuperado y proyectado hacia el futuro de expansión de la fe.

Al recorrer las salas y capítulos de esta muestra deseo vivamente que los visitantes se enfrenten a los hechos históricos con la mente abierta a su comprensión, y tan libre de prejuicios antirreligiosos que puedan comprender lo que ven como religión hecha cultura sin que la religión haya desaparecido en ella. La religión como ámbito de la revelación divina y el más fundamental de los hechos humanos, porque de ella reciben sentido y proyección.
Muchas gracias.

S. A. I. Catedral de la Encarnación
Almería, a 15 de mayo de 2007
San Indalecio

+ Adolfo González Montes
Obispo de Almería

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